CONCIENCIA AMBIENTAL: Huertas familiares y comunitarias, cultivando ilusiones

Las relaciones del ser humano con las plantas son tan antiguas como el mismo encuentro entre la naturaleza y la cultura. En su larga vida de cazador recolector, los seres humanos escogieron y seleccionaron qué recolectar, así se mantuvo un vínculo definido a través de las cualidades de las plantas y de cómo los humanos las clasificaron en plantas alimenticias, medicinales, de eficacia simbólica y otros usos.

Usualmente la huerta se constituye en un lugar cercano al hogar, trasuntado entonces por la vida cotidiana en donde se produce el aprender haciendo. Las plantas que crecen en la huerta emergen, son cultivadas en el sentido de ser cuidadas y amadas por sus productores.

En las huertas se va integrando y produciendo un conocimiento ancestral y tradicional en donde el recuerdo de cómo lo hacían los antepasados está siempre presente y, por esas acciones de la oralidad, se produce un espacio de conservación y soberanía alimentaria a nivel familiar; conversando se conserva.


En cada ejemplo de huerta se puede encontrar una idiosincrasia, una elección cultural, el sentido de cuidar una planta y producir un diálogo íntimo entre quien la siembra y aquella planta elegida. Es por eso que, en el lenguaje de los ecólogos, la huerta constituye un sistema socioecológico jugando un papel significativo en la conservación de la agrobiodiversidad y constituyéndose como un refugio biocultural.


A lo largo del país cada huerta no sólo es singular por sus cuidadores, sino también por la región en que se encuentra en este largo país, rural y urbano, algunos agricultores cuidarán sus cercos de frutos rojos y negros en torno a sus huertas; en lo posible habrá un árbol para la sombra o un conjunto de ellos que actúen como cercos. En otras huertas brotarán flores, ejemplares de la idea de bienestar y abundancia, pero por sobre todo de cuidado y al mismo tiempo resiliencia a los cambios del destino.


Especialmente en América, la huerta es un reservorio de la memoria e identidad de pueblos originarios y mestizos de cada nación, las huertas familiares y comunitarias permiten visualizar un futuro de soberanía alimentaria. La agricultura familiar ha demostrado ser una alternativa posible para dar solución a un planeta con una fuerte crisis alimentaria y con contradicciones tan evidentes.


No puede ser más contradictorio el que en algunas partes del planeta se desperdicia la comida, mientras que en otras partes hay niños que mueren de hambre. Esto también demuestra que, a pesar de la sombra, en la huerta rural y urbana hay mucha esperanza.

Por Robert Lizárraga
Fuente: Carnaval del Maíz