CONCIENCIA AMBIENTAL: “Agricultura familiar de gestión sostenible,otra agricultura es posible”

La agricultura es base de toda acción civilizatoria y porlo tanto es el pilar fundamental del que se nutre la humanidad, lo que implica que cualquier alteración importante de la producción agroalimentaria global puede subsumir a una parte de la humanidad en el hambre más atroz.

Sin embargo, hoy en día es llamativo ver como las sociedades y gobiernos subordinan sus formas de producción y alimentación al dominio exclusivo de los mercados y a procesos de intensificación bajo la forma de agricultura industrial, un modelo de expansión global tomador y transformador de recursos donde tanto los hombres como los bienes naturales son simplemente engranajes de un proceso de acumulación que los desatiende, desintegra y hasta elimina.

Ese nuevo modelo, instalado en la Argentina y otros países de América Latina nos encuentra como acabados referentes, donde solamente cuentan la concentración económica, la expansión mono productivista, el acceso a cada vez más cantidad de tierras solo vistas como negocio especulativo para capitales foráneos. Para este modelo no cuenta el pequeño y mediano agricultor, aquel que aún está afianzado a su terreno, con una cultura propia y para el que el desarrollo incluye no solo una mejora de su necesaria estabilidad económica, sino el respeto y consolidación de pautas culturales, familiares, sociales, ecológicas y de arraigo a un entorno que el modelo industrial desatiende o directamente amenaza.

Por estos y otros motivos tanto o más profundos, Argentina debe realizar un enorme esfuerzo en fortalecer los caminos que conlleven a la sostenibilidad del hombre de campo a través de procesos que aseguren sus formas de producción y estabilización en sus propios espacios de vida.

Tanto ayer como hoy en día, la agricultura familiar es la base de sustentación mediante la cual es posible asegurar estas instancias productivas que ayuden a alcanzar sustentabilidad en el campo ecológico, social y económico.  Así lo han entendido los principales países desarrollados.

 

Existen rigurosos estudios que demuestran que las naciones que alcanzaron elevados niveles educacionales, mejoraron sus condiciones de salud, calidad y esperanza de vida fortalecieron una agricultura basada en el trabajo familiar, mientras que las naciones con los más bajos índices de desarrollo humano presentan un fuerte predominio de la agricultura terrateniente y utilización del latifundio en el marco de una agricultura cada día más intensiva y especulativa.

La mayor diversidad de producciones de la agricultura familiar tiene su fundamento en la búsqueda de diferentes rentabilidades a lo largo del año, asegurar el autoconsumo, la reducción de riesgos y especialmente a una menor dependencia de los insumos externos.

Esta diversidad productiva se debe y sostiene porque el agricultor es al mismo tiempo emprendedor y trabajador, de manera tal que el trabajo y la gestión están en una misma unidad familiar.

La agricultura familiar debe ser la forma productiva que garantice la gestión sostenible del agroecosistema, enmarcada en una acción y dialogo participativo que permita la reconstrucción de un capital social rural como elemento de consolidación de relaciones dentro de cada comunidad y a través de un dialogo participativo, se contribuya a diagnosticar, planificar, investigar y apoyar proyectos integrados de desarrollo humano a través de políticas públicas.

Debe ser entendida entonces como aquella forma de producción rural que tiene al agricultor como su fin y no como su medio, que vincula el estilo de vida con el medio físico productivo en un igual espacio, donde la agricultura es la principal ocupación y fuente del ingreso familiar, la familia aporta una fracción predominante de la fuerza de trabajo utilizada en la explotación.

Por supuesto, en el plano ecológico la agricultura familiar diversificada debe preservar la fertilidad y estructura del suelo, utilizar el agua para satisfacer las necesidades hídricas de manera sostenible, fortalecer las rotaciones agrícola ganaderas y conservar la biodiversidad local y regional.

Los aportes específicos de la agricultura familiar en este sentido, deben ser registrados como beneficios y por tanto reconocidos, valorados y recompensados adecuadamente como nuevas prestaciones y bienes ambientales para toda la sociedad.

Por Robert Lizarraga

FUENTES: www.biodiversidadla.org/ agricultura familiar