Se cumplió un año del inicio de la vacunación contra la COVID-19

Hace dos años el mundo tomaba conocimiento de que se estaba frente a un nuevo virus que ocasionaba enfermedad leve, pero que también podía provocar principalmente en algunos grupos de personas con determinados factores de riesgo, enfermedad grave.

Este virus se transmitía fácilmente, ponía en tensión sistemas de salud de cualquier país, incluso aquellos más desarrollados y con mayores recursos para resolver cualquier tipo de crisis. Así, la pandemia se instaló rápidamente y comenzó una carrera contra el tiempo, el desarrollo de tecnologías para el diagnóstico, alcanzar el tratamiento, reconocer las medidas de prevención que fuesen efectivas y lograr las vacunas que pudiesen detener este desastre sanitario para el cual la mayoría de los países no estaban preparados. 

Había antecedentes de organización frente a pandemia con un virus que se reconoce pandémico, que tiene desarrollo de vacunas y al que la humanidad se ha enfrentado más de una vez, el virus de la gripe, influenza. En 2009 este virus se presentó con variaciones mayores que lo reconocieron pandémico, causó muchas muertes, pero no se discutieron las medidas de prevención, las restricciones fueron acortadas en el tiempo, tanto que ni se recuerdan, apareció una vacuna casi sin cuestionamientos y se probaron distintas alternativas terapéuticas, todo ocurrió en tiempo razonablemente tolerables, sin un impacto socioeconómico tan estruendoso. 

La COVID 19 se extendió en el mundo, causando realidades, historias y fotos que al menos estas generaciones nunca olvidarán. Transcurrieron los meses y se genera una esperanza con la aprobación de emergencia de vacunas que podrían controlar la enfermedad. Entre controversias, discusiones geopolíticas, científicas, surgen distintas plataformas de vacunas que empiezan a ascender en coberturas, de manera desigual e inequitativa en todo el mundo. Se empieza a generar evidencia de la seguridad y eficacia de estos biológicos, se empieza a conocer que, a pesar de las variantes de este nuevo virus, la enfermedad grave puede ser controlada. El virus logra transmitirse cada vez más, genera variantes que los hacen muchísimo más transmisible, pero no incrementa su letalidad. Así, el mundo respira, el desafío mayor es lograr stock de vacunas para generar coberturas que protejan comunidades enteras, a la población mundial. Hoy en día en eso se trabaja, sosteniendo la alerta y el monitoreo de la conducta de este virus. Se empiezan a levantar voces y generarse evidencias que sugieren que pasará a ser una enfermedad respiratoria inmunoprevenible por vacunas.

Una vez más, como con la viruela, la poliomielitis, influenza, sarampión, rubeola, tos convulsa, entre otras, las vacunas salvan vidas si las personas acceden a la vacunación. Tal vez un día estas fotos que han sido dramáticas se olviden y se cuestione que hayan sido las vacunas las que pudieron finalmente controlar la enfermedad, y una vez más puedan aumentar las enfermedades graves y se repita la historia, no ya pandémica, pero si de prevención de esta enfermedad, alguna vez pandémica. Así, es que se acuñó y se dio a conocer la frase que “las vacunas son víctimas de su éxito”.

A un año del inicio de la campaña de vacunación, las evidencias y el mundo científico que con su método va en busca de las probabilidades más ciertas, demuestran que contra la COVID son seguras y eficaces y han podido hasta el momento controlar la enfermedad y evitar formas graves e incluso la muerte de muchísimas personas.