CONCIENCIA AMBIENTAL- Desarrollo e igualdad: una construcción positiva

Desde sus orígenes, las ciudades han sido lugares de concentración de poderes y recursos, un espacio político de trasformación de las relaciones sociales. De este modo, han estado indisolublemente ligadas a las estructuras económicas y políticas de una sociedad determinada, así como a su condición histórica.

Pese a la singularidad de cada ciudad, el espacio urbano actual es percibido como un fenómeno multiforme con superposición de caos y organización, permanente orden y desorden de formas, flujos y consumos; un escenario de proyectos diversos y contradictorios, con polivalencia de herencias y fragmentos acumulados de historia; un lugar de conflicto, convivencia y negociación; un territorio de libertad y de restricciones, que incide en la construcción de las relaciones.Como territorio compartido, la ciudad constituye una organización particular de interacciones entre individuos, grupos, y actividades un hecho colectivo y social por naturaleza.

Si bien las ciudades tienen en la actualidad un importante papel para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, presentan importantes desigualdades en distintos ámbitos, que se refuerzan entre sí y se expresan de forma diferente en la vida cotidiana de mujeres y hombres, contribuyendo a menudo a reproducir también la desigualdad.

 

Aunque son consideradas centros de oportunidades y crecimiento, los patrones de producción, distribución y consumo, sumados a antiguos desafíos estructurales de las economías urbanas, dificultan la inclusión social y el acceso universal a los beneficios del desarrollo urbano, esto impide cerrar las brechas y lograr la sostenibilidad.

El reto actual ya no consiste en resolver los problemas de la transición de las zonas rurales a las zonas urbanas, sino dar respuesta a las transformaciones demográficas y mejorar la calidad de vida de los habitantes mediante políticas decididas de participación e inclusión social, seguridad en los espacios públicos, eficiencia en el transportey en el uso del tiempo, cobertura de servicios y protección del medio ambiente.

En las ciudades se entrecruzan exclusiones materiales con discriminaciones subjetivas y simbólicas, pueden ser un lugar de trasformación hacia un desarrollo inclusivo y sostenible centrado en el bienestar de sus habitantes, sin embargo, en muchos casos, la desigualdad se ha acentuado en el contexto de las ciudades y se materializa en las pautas de segregación y exclusión en términos de acceso a los servicios y beneficios urbanos.

 

Es fundamental sumar esfuerzos e inversiones para ampliar la cobertura de los serviciosconforme a las demandas locales, asegurando estándares de calidad en todas las prestaciones y brindando servicios a las personas con menores ingresos. La implementación de una perspectiva de género en las diferentes instituciones y organizaciones constituye una prioridad en este proceso, para ello es necesario fortalecer las capacidades técnicas para realizar los cambios necesarios y responder a los nuevos desafíos.

Esta ruta supone mirar y aprender de otras experiencias, ofrecer sugerencias y comentarios que contribuyan a mejorar los procesosexistentes mediante reflexiones colectivas y documentadas, que incorporen avances conceptuales y metodológicos que permitan avanzar en propuestas y acciones.

Avanzar en la formulación de un urbanismo inclusivo supone abordar la ciudad no solo como un territorio de producción y consumo, sino también como un espacio de ejercicio de derechos ciudadanos y como un lugar de reproducción de la vida cotidiana, ámbito en el cual las labores de cuidado son fundamentales.

Un urbanismo inclusivo supone, entonces, una planificación que aborde en forma participativa, las demandas de los espacios del habitar personal, familiar y del espacio público.

Por Robert Lizarraga

Fuente:Aportes para políticas urbanas de igualdad / CEPAL