La noticia de este sábado en Boca es la confirmación de la histórica venta de Aaron Anselmino a Chelsea de Inglaterra.
El traspaso generó y sigue generando un debate en las redes sociales y tiene a Juan Román Riquelme como protagonista. De un lado de la grieta están los que defienden al presidente por la salida del juvenil de 19 años; del otro, lo repudian por no haberlo disfrutado lo suficiente. Lo cierto y concreto es que en una economía tan devaluada como la Argentina, ningún club puede desechar el ingreso 18 millones de dólares.
Resta ahora definir las formas de pagos y algunos pasos a seguir. Boca pretende retenerlo hasta diciembre, pero no está claro que eso suceda porque la idea de Chelsea es tenerlo cuanto antes. Las expectativas en Europa son grandes: le firmarán un contrato millonario por 6 temporadas.
Boca, Riquelme y el resto de los dirigentes quedaron entre la espada y la pared por lo monumental de la oferta. Según el sitio Transfermarkt, Anselmino disputó 597 minutos a lo largo de 10 partidos (1 gol). Una cuenta sencilla y a modo de juego: cada minuto del juvenil en Boca valió algo más de 30.000 dólares.
Oriundo de La Pampa, precisamente de su querido pueblo Bernardo Larroudé de menos de 2.000 habitantes, el chico categoría 2005 siempre fue prematuro en cada paso de su vida.
Llegó a Boca con tan solo ocho años como consecuencia de romperla en un campeonato organizado en Atlético de Rafaela. Por entonces, era un volante central de considerada estatura y largas zancadas que había sido la figura de la final que perdió frente a Boca junto a su club Sportivo Realicó. Y el histórico captador de talentos xeneize, Bruno Mazzilli, no dudó en vestirlo de azul y oro.
Hubo un factor clave que permitió la llegada del chico al Xeneize. Es que por cuestiones de edad resultaba imposible que con ocho años se hospede en la pensión. Fue allí cuando un familiar que vivía cerca del predio de La Candela se hizo cargo de la estadía de Anselmino en Buenos Aires. Igualmente, para no sentirse lejos de los 2000 kilómetros que lo distanciaban de sus tierras, se la pasaba arriba de un micro yendo y viniendo de La Pampa. «Venía los jueves, entrenaba, dormía en lo del familiar, jugaba la Liga Metropolitana y se volvía», contó Mazzilli en Tyc Sports.