Quiénes ganaron y quiénes salieron golpeados en La Pampa después de estas elecciones legislativas

Los resultados de la elección posicionan a dirigentes y espacios, abren el juego a una reconfiguración de liderazgos y dejan vencedores y vencidos.

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Daniel Kroneberger. Un triunfador absoluto. Antes de las PASO dio el paso que lo podía condenar internamente en la UCR, pero le salió todo bien. Ganó con claridad esa interna, al resto de las líneas no les quedó otra que respaldarlo y ya con el resultado puesto de la general se convierte en hombre fuerte de su partido y en opción más lógica como candidato a gobernador del espacio opositor. Apenas supera los 60 años, es el dirigente más conocido de Juntos por el Cambio y su estilo sin grandes alardes, prudente y hasta con guiños a un electorado peronista lo deja bien plantado a futuro.

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Martín Maquieyra. A la luz de los resultados, fue un acierto rotundo haber bajado su inicial sueño de ser senador para cortejar a Kroneberger frente a la interna. Su figura ya tiene alto conocimiento y consenso en el norte provincial, y en especial en General Pico. Con sus particularidades, representa un liderazgo de época. Aprovechó el escenario para bajar línea con un discurso férreamente opositor, tirándole dardos al oficialismo y alineándose con la dirigencia nacional macrista que fustiga al Frente de Todos y hasta le advierte con medidas institucionales no tradicionales en la democracia argentina.  

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Sergio Ziliotto. El gobernador y presidente del PJ pampeano sale golpeado porque se puso la campaña al hombro, se hizo cargo de los candidatos y él mismo dijo que se plebiscitaba su gestión. Es posible que haya influido más el arrastre nacional, y hasta la oposición reconoció su gestión como satisfactoria, pero los resultados electorales mandan. Se hizo cargo del fracaso de la estrategia de «provincializar la elección». Armó la lista con un ruido a la vista: la ausencia de referencias piquenses o al menos nortañs. Le toca surfear un proceso interno dificultoso y complejo, en el que incluso hay dardos internos sobre su gobernabilidad. 

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Viki Huala y Marcela Coli. La joven del PRO y la exdiputada del radicalismo llegan a altos puestos de decisión que quizá ni imaginaban cuando comenzó el proceso preelectoral. Son poco conocidas para el gran público e integraron las listas después de negociaciones y corrimientos derivados de la Ley de Paridad, y después de que las estructuras partidarias no las tuvieran tanto en cuenta. Huala será la senadora más joven del país. Coli es la primera mujer del radicalismo que se convierte en legisladora nacional.

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Luchy Alonso. Jugó a fondo en la campaña, puso su nombre en la boleta, no hubo quejas de que le tocara un segundo lugar que ponía en riesgo su ingreso al Senado. Le salió mal. Aunque seguirá teniendo un alto perfil y cerca de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la derrota electoral le pega de lleno. Celebró el triunfo en su pago chico victoriquense, pero también le toca soportar el fuego amigo, puesto que ya en campaña algunos sectores del peronismo renegaban de hacerle lugar a «La Cámpora».

El PRO.  El partido del macrismo, que no pierde sus mañas porteñas, hizo pie en La Pampa y se convirtió en punta de lanza de la alianza con el radicalismo, pese a que la UCR tiene una estructura relativamente fuerte. La interna le salió redonda: confirmó su lugar en Diputados y acrecentó representación con una senadora. En campaña impuso sin debate su discurso proselitista, basado en las lógicas de la ciudad de Buenos Aires y pasando por encima de tradiciones y códigos locales. Leyó con acierto la bronca que había en la población. 

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Luciano di Nápoli, Abel Abeldaño, Juan Barrionuevo. Son tres de los intendentes que salvaron la ropa en medio de la derrota peronista. Desde ya que el de más alto perfil es el jefe comunal de Santa Rosa, que también jugó a fondo y de entrada consideró que el resultado de la elección sería responsabilidad natural de quienes gobiernan ejecutivos. La remontada en la capital fue además fruto de una demostración de unidad, porque más allá de la gestión local sí hubo sintonía proselitista incluso entre sectores que tuvieron serias rencillas internas en otros tiempos, como La Cámpora y el marinismo.

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Carlos Verna. Su fantasma estuvo presente en el tramo clave de la campaña y las derivaciones de esa conducta política -enigmática como su estilo general- son paradójicas. Su liderazgo recobra fuerza porque es referente de una época de victoria provincial y nacional. Eso lo eleva, lo mantiene en la memoria. Su extraña ausencia agitó la leyenda de sus»hacer la plancha» o «ir a menos». Esa postura le genera costos, cuestiones y dimes y diretes en la interna. Se abre un nuevo panorama de reconfiguración de liderazgos y espacios.

El marinismo. Convergencia Peronista retoma su alta visibilidad, incluso a nivel nacional, a partir de que Lichi Marín es diputada nacional electa, pero también como consecuencia del alto perfil que en el final de la campaña tuvo el exgobernador, además en contraste con la actuación del líder de la Plural. El sector nunca dejó de ser referencia y el nuevo remezón interno lo posiciona como un espacio de consideración para el resto de los actores de la interna.

Fuente El Diario