La ciencia en peligro: el ajuste golpea a investigadores en La Pampa

Argentina ha sido históricamente reconocida por su sistema científico-tecnológico público, federal y de calidad, pero desde diciembre de 2023, la comunidad investigadora enfrenta un escenario cada vez más adverso. Reglas poco claras, procesos incumplidos, deterioro del poder adquisitivo y la paralización de líneas de trabajo han generado un contexto dañino para el desarrollo de la ciencia en el país.

Ayer, miles de científicos y científicas salieron a las calles de todo el país bajo el lema «nadie se salva solo», en defensa de algo más profundo que un salario: la ciencia pública como pilar del desarrollo nacional. La movilización se replicó en diversas ciudades, reflejando una preocupación compartida.

El impacto en La Pampa

En la provincia, como en muchas otras, los equipos de investigación enfrentan obstáculos cada vez más severos. A pesar de ganar concursos, presentar proyectos y lograr ingresos a la carrera del investigador, la falta de financiamiento está volviendo inviable el sostenimiento de líneas de trabajo. Este ajuste no es solo un número en el presupuesto; significa laboratorios vacíos, compromisos incumplidos, becas insuficientes y jóvenes investigadores que consideran emigrar en busca de mejores condiciones.

La pérdida va más allá de recursos materiales: se atenta contra un capital social invaluable, construido a lo largo de años mediante redes de cooperación, formación de nuevos científicos y generación de conocimientos estratégicos para el desarrollo del país.

Recorte sostenido y regresivo

Desde diciembre de 2023, el ajuste sobre el sistema científico ha sido sistemático y generalizado. Según la Red de Autoridades de Institutos del CONICET, el presupuesto asignado al organismo cayó más del 70% en términos reales, dejando congeladas partidas que ya no cubren insumos básicos ni compromisos institucionales.

En 2025, la inversión estatal en ciencia y tecnología alcanzará un mínimo histórico, representando apenas 0,157% del PBI, muy por debajo del 0,302% en 2023 y del 0,45% fijado por ley. Este deterioro se acumula con la caída del 32,9% en 2024, generando un retroceso del 47,2% en solo dos años.

El impacto no solo se refleja en los números. Los salarios de investigadores y becarios han sufrido una disminución del 34,7% en términos reales, mientras que la inflación acumulada entre diciembre de 2023 y abril de 2025 supera el 204,9%. Las becas, clave para la formación de nuevos científicos, ya no alcanzan para cubrir la canasta básica, desalentando la permanencia de jóvenes en el sistema.

Más que cifras: el riesgo de perder conocimiento

El desfinanciamiento afecta a universidades, institutos tecnológicos y organismos clave como el INTA, el INTI y la CNEA, cuyos proyectos estratégicos están en peligro de paralización.

En este contexto, aparecen propuestas como la del think tank Libertad y Progreso, que plantea desarmar el CONICET y reemplazarlo por un modelo de fondos concursables privados, dejando fuera de juego la investigación en ciencias básicas, sociales y ambientales, que no responden a una lógica de mercado.

Desde La Pampa, donde los recursos siempre han sido ajustados, formar y sostener equipos científicos es un desafío enorme. Cada proyecto aprobado, cada beca conseguida y cada tesis defendida representa años de esfuerzo colectivo. La ciencia no se improvisa ni se traslada por decreto: se construye con tiempo, compromiso y financiamiento sostenido.

Frente a esta crisis, surge una pregunta clave: ¿qué futuro estamos construyendo si desfinanciamos la ciencia? Sin investigadores, no hay innovación. Sinfinanciamiento, no hay conocimiento. Sin conocimiento, no hay desarrollo sostenible.

Los científicos no piden privilegios, solo condiciones dignas y previsibles para seguir generando conocimientos, formando nuevas generaciones y construyendo un futuro mejor para el país.

Por Ferro Moreno Santiago: Investigador Independiente de CONICET (seleccionado en convocatoria 2022)
Docente-investigador de la UNLPam