El descenso de las temperaturas y los encuentros en sitios cerrados, el inicio de las clases y la falta de ventilación, así como el cambio en la percepción del riesgo en la ciudadanía son factores que, hacia marzo y abril, podrían contribuir al aumento de casos.
Argentina se acerca a los dos millones de infectados reportados por diagnóstico y a los 50 mil fallecidos. El dato positivo es que durante las últimas semanas, el promedio de casos disminuyó de manera lenta pero sostenida.
Así como una segunda y tercer ola afecta al Hemisferio Norte, se espera algo similar en Sudamérica y en Argentina. Cuándo llegará según los infectólogos.
La pandemia de Coronavirus y su comportamiento en su segunda ola está siendo monitoreada de cerca en la Argentina. Con los casos en baja y en pleno verano, y con la vacuna a la vuelta de la esquina, se espera una segunda ola.
Cómo será en la Argentina según los expertos:
Los especialistas no aventuran a mencionar sus alcances ni cuándo se registraría la segunda ola, que por lo general trae más muertes: las especulaciones van desde la vuelta de las vacaciones al comienzo del otoño. Tanto en el Ministerio de Salud de la Nación como en el de la Ciudad mencionaron que están alertas y que trabajan para que sea lo más suave posible, con menos decesos gracias a la vacuna que está en ciernes.
Elisa Estenssoro, jefa del Servicio de Terapia Intensiva del Hospital San Martín, en La Plata, y expresidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) dijo a La Nación: «No hay posibilidad de que no llegue. Además de que la gente está relajada, hay vacaciones y mucho movimiento de personas. El asunto es que vamos a ir a una segunda ola, pero desde una cantidad de casos alta, de una meseta como la actual en la que los contagios bajan muy lentamente. En estos días hubo 7000 casos diarios otra vez. Es un descenso que debería ser mucho más marcado para poder hacer frente a la segunda ola«.
Según Daniel Stecher, jefe de la División Infectología del Hospital de Clínicas, habló del comportamiento: «dependerá de la capacidad de cuidado que tengamos, porque la segunda ola europea se da por el relajamiento de los cuidados. Y si tenemos otro impacto, debería ser menor ya que comenzará la vacunación».
Según los infectólogos, en su mayoría hablan de que una inmunidad de rebaño es llegar al 70% de la población inmunizada por la vacuna. Eso implicaría unos 30 millones de argentinos vacunados, algo que no está en planes inmediatos del Gobierno Nacional, que planea vacunar entre 10 o 13 millones en lo que reste del verano.
«El objetivo es que se vacunen quienes tienen otras enfermedades, los mayores, el personal de salud, seguridad y docencia, lo que sumaría entre 10 y 13 millones de personas. Estaríamos muy lejos de esa inmunidad de rebaño«, dice Jorge Geffner, profesor titular de Inmunología (UBA) e investigador superior del Conicet. Por último dijo sobre la continuidad de la pandemia: «La vacuna es una oportunidad histórica, pero hacen falta siete meses más de cuidados».
Para el especialista argentino que reside en Estados Unidos, lo que se transformó durante los meses pasados fue la fase de la pandemia.
“Al principio, los lugares que recibían al patógeno eran los centros de turismo o comercio. Buenos Aires, Madrid, Nueva York eran los epicentros que irradiaban los contagios. Ahora estamos en otra fase de la pandemia: puede haber un brote en una fábrica, pero debemos poner el ojo en todos nuestros contactos, en nuestras propias casas, en nuestros amigos, en los parientes”, sostiene Resnik.
De manera que, bajo estas premisas, la segunda ola en Argentina es un fenómeno del que será difícil escapar porque, sencillamente, es la lógica de circulación viral que ha imperado en buena parte del mundo.
¿Para cuándo se espera la segunda ola en Argentina?
Los especialistas señalan que el momento coincidirá con el descenso de las temperaturas y, con ello, la modificación de las dinámicas sociales. Básicamente, durante otoño e invierno las personas dejan de reunirse en espacios al aire libre y prevalecen los encuentros en espacios cerrados y desprovistos de ventilación.
A este aspecto, deberán sumarse las clases que también podrían empujar el incremento de las infecciones. “Se habla de segunda ola siempre que existe un aumento de casos que se prolonga en el tiempo y que se asemeja a lo que sucedió meses atrás, cuando llegamos a tener 18 mil contagios diarios. En diciembre y enero experimentamos una nueva escalada en la cantidad de infectados que, afortunadamente, fue corta”, expresa Martín Hojman, médico del Hospital Rivadavia y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Luego continúa: “El clima tiene que ver, no de manera directa, sino por lo que genera: con el frío la ventilación disminuye y las personas tienden a estar más cerca y a frecuentar menos lugares abiertos”.
Además del clima existen otros factores que desde el punto de vista Hojman podrían contribuir al incremento de casos. “Desde Argentina observamos lo que sucedió y sucede en naciones europeas, donde la situación fue muy compleja y aún lo sigue siendo. Aquí parte de la prensa sigue diciendo que no sirvieron para nada las restricciones de meses atrás y construyen un mensaje que empuja a desacreditar los efectos del virus. Eso se debe sumar a las vacunas y a un cambio en la percepción de la gente que, ante un horizonte de respuesta más cercano, tiene menos temor a que la situación empeore”, explica. “Además, no debemos olvidar la confirmación de la existencia de nuevas variantes que ya circulan en el país y que son más contagiosas”, relata el médico infectólogo.
¿Se puede hacer algo para evitarla?
Más allá del cansancio del presente, el foco estará en –una vez más– procurar concientizar a la población de lo importante que es cumplir con pautas sociales que, de acuerdo a la evidencia científica, tienen éxito probado.
“Evitarla será difícil, pero dependerá de todos nosotros cómo será esa segunda ola y si lograremos contener la situación, tal como sucedió el año pasado, con el propósito de que el sistema de salud no colapse. Estará en nosotros, en definitiva, el hecho de poder mantener aquellas medidas que sabemos que son muy útiles; me refiero al barbijo, a la ventilación, a la distancia y a la higiene de manos”, precisa Hojman.
Después continúa con un factor que él juzga decisivo: “Lo que tiene que estar muy en claro es la autopercepción de la gente, de no soslayar los síntomas, de contactarse a la brevedad con el sistema de salud, de autoaislarse ante la mínima detección de una situación anormal. Eso puede hacer la diferencia”.
Con respecto a marzo de 2020, son muchas las cosas que se han aprendido y el escenario es distinto. En la actualidad, buena parte de los países del mundo comenzaron con la inoculación masiva de sus poblaciones; al tiempo que los gobiernos establecen estrategias de mitigación diversificadas: el confinamiento sin opción es matizado con cuarentenas intermitentes, con cierres en horarios nocturnos, o bien, con aislamientos segmentados y específicos de acuerdo a la incidencia del patógeno en los territorios.
Los hospitales, de a poco, están volviendo a su disposición habitual de camas. Sabemos que el tema del contagio por los aerosoles es clave, de hecho, para el comienzo de clases el tema de asegurar la ventilación será crucial. Por el contrario, no hay tanta evidencia al respecto de la transmisión por superficies y objetos inanimados. Son cosas que a principios del año pasado no sabíamos, no lo teníamos tan claro”, dice Hojman.
La cartera sanitaria, según las palabras del secretario de Calidad en Salud, Arnaldo Medina, se propone “un enfoque de atención mucho más temprano”. ¿Y qué implica eso? Reducir la cantidad de pacientes de covid que llegan a la instancia de terapia intensiva.
Si a comienzos de 2020, el foco estuvo en dotar de nuevas unidades de cuidados intensivos, camas y respiradores a un sistema desguarnecido, ahora el centro está en mejorar la atención primaria. Mitigar el problema antes de que pase a convertirse en un conflicto de mayor escala. Incluye reforzar la clínica médica, así como también, la puesta en marcha de acciones complementarias como la oxigenoterapia, la aplicación de plasma de convalecientes y de suero equino hiperinmune. De esta manera, prevén bajar la mortalidad, pues, no es lo mismo enfrentar la pandemia con alternativas terapéuticas que sin ninguna carta en la mano.