Las distintas interpretaciones sobre la salida de Evo Morales se tradujo en un esquema operativo contradictorio en la Cancillería.
La debacle de Bolivia tras la salida traumática del poder de Evo Morales expuso en las últimas horas una grave crisis en el diagrama de la política exterior argentina donde se cristalizó una fuerte tensión entre Mauricio Macri y el presidente electo Alberto Fernández que va más allá de la retórica y se tradujo en preocupantes diferencias de operatividad en la diplomacia.
Macri no sólo evitó hablar de un golpe de Estado en Bolivia sino que empezó a tender puentes diplomáticos con sus aliados regionales como Jair Bolsonaro (Brasil), Iván Duque (Colombia) y Sebastián Piñera (Chile) para esgrimir un discurso conjunto ante la crisis de Bolivia. El Presidente no quiere hablar de un golpe de Estado y esperará que haya un informe detallado de la OEA u otro organismo internacional para saber todo lo que ocurrió en La Paz. También busca ganar tiempo para ver el desarrollo de los acontecimientos antes de tomar una definición.
“Para garantizar la vida institucional de Bolivia, las Fuerzas Armadas no tienen que tener un rol más protagónico que las que le marcan las leyes de Bolivia. Allí hay mecanismos para decidir la crisis institucional”, dijo el canciller Jorge Faurie para sustentar la línea de Macri.
La postura de Fernández es diametralmente opuesta a la de Macri: denunció un golpe de Estado en Bolivia, activó los canales diplomáticos para dar asilo a Evo Morales en México y tendió puentes de las relaciones exteriores para dar contención al presidente saliente de Bolivia.
Estas diferencias de lectura sobre la crisis que dejó a Evo Morales fuera del poder se tradujeron en la práctica en acciones divergentes entre Macri y Fernández. Ambos habían mantenido diferencias abismales hasta ahora en temas de política exterior como el FMI, las relaciones con Washington, el acuerdo Unión Europea-Mercosur, el Grupo Puebla versus el Grupo Lima o la forma de encarar la economía en su relación con el mundo. Pero hasta ahora nunca llevaron a la práctica esa retórica contrapuesta como sucede ahora con el caso Bolivia.
En la Cancillería hay una rebelión interna ante la crisis de Bolivia. Por lo pronto, la Asociación del Personal de Servicio Exterior (Apsen) que reúne gremialmente al 90% de los funcionarios de carrera diplomática emitió un comunicado diametralmente contrario a las apreciaciones de Faurie. “Seguimos con atención la situación de los funcionarios diplomáticos que están asistiendo a los argentinos en la Embajada y nuestros 6 consulados en Bolivia, a raíz de la violencia y el golpe de Estado que depuso al Presidente Evo Morales, el cual condenamos”, expresó el comunicado de los diplomáticos argentinos en abierto desafío a la Casa Rosada.
Esto puso en un duro enfrentamiento al canciller Jorge Faurie con el espinel mayoritario que hace girar los engranajes del Palacio San Martín. No fueron, en este contexto, casuales las palabras de ayer de Fernández dedicadas al canciller de Macri: “Faurie es un hecho desgraciado de la diplomacia argentina”, dijo.
Además, los funcionarios de carrera de la Cancillería están en alerta por nuevos pedidos de asilo político que puedan llegar del disuelto gabinete de Evo Morales. En la embajada argentina en La Paz el embajador Armando Alvarez García ya refugió al ex ministro de Gobierno boliviano Carlos Romero y en las últimas horas se sumó al asilo la ex ministra de Planificación Mariana Prado. Pero según pudo saber Infobae, hay al menos otros cinco ex funcionarios de Evo Morales que también deslizaron al embajador argentino sobre la posibilidad de pedir asilo en la Argentina en lo inmediato.
Asilos y seguridad
Existe un tema de seguridad que preocupa en este caso: la embajada en La Paz sólo tiene un policía de custodia y Alvarez García teme que una manifestación de la oposición a Morales termine por incendiar o ingresar a la sede diplomática. Ayer, el Ministerio de Seguridad había instruido todo para enviar una dotación de 10 gendarmes de custodia especial.
“No podemos negar el asilo porque es una cuestión de derecho internacional, más allá de que el gobierno argentino no reconozca aun que aquí hubo golpe de Estado”, le dijo desde La Paz el embajador argentino a un viejo amigo del radicalismo que anoche lo llamó por teléfono desde Buenos Aires. Es que la UCR ya dio su fundamentación pública en favor de Morales y contra el golpe de Estado.
Cristina Guzmán, que hoy preside en la Cancillería la Comisión Binacional para el aprovechamiento de la Alta Cuenca del rio Bermejo y Río Grande Tarija expresó a Infobae sin vueltas que “al gobierno le puede gustar o no la figura de Evo Morales pero no puede negar que en Bolivia hubo un golpe de Estado y que no fueron fuegos de artificio para una alternancia de poder”. El dato no es menor ya que esta dirigente de la UCR de Jujuy tiene muy buenas relaciones con Bolivia y en el Palacio San Martín es muy escuchada por su trayectoria política en su trabajo por la hermandad entre los gobiernos bolivianos y el argentino.
El ex vicecanciller de Cristina Kirchner, Eduardo Zuain escribió en su Facebook una suerte de advertencia para su colegas diplomáticos: “les recuerdo a los se cuidan con las palabras y evitan la condena que todo queda grabado en la Memoria. Hubo golpe de Estado fascista en Bolivia”. Este aliado del kirchnerismo predica en las filas de Fernández y traducido al idioma de la política de base peronista su mensaje fue claro: en el futuro inmediato se analizará quiénes son los funcionarios de la Cancillería que se alinearon con Evo Morales y aquellos que elidieron hablar de un golpe de Estado.
En paralelo a todo este universo de la diplomacia estatal se desarrolla una diplomacia casi paralela en las sombras desde las oficinas de Fernández en Puerto Madero. Como adelantó ayer Infobae, Fernández mantuvo en las últimas horas un diálogo con los presidentes Manuel López Obrador (México), Martín Vizcarra (Perú) y Abdo Benítez (Paraguay) en donde se gestó el plan para dar asilo en México al ahora ex presidente boliviano.
No son los únicos gestos. Fernández instruyó ayer a sus asesores y amigos, los legisladores del Parlasur Eduardo Valdés y Jorge Taiana que promuevan en Montevideo un duro comunicado contra el golpe a Morales. Pocas horas después, el Parlasur emitía un comunicado en rechazo “al golpe cívico militar en curso en Bolivia, así como la estrategia de violencia política extrema instrumentada por las milicias privadas con la complicidad de mandos militares y policiales contra integrantes del gobierno y sus familias”.
En el mismo comunicado del Parlasur, que Fernández festejó como uno de sus primeros éxitos diplomáticos de su gestión, por ahora fantasma, instó también a los presidentes de la región a “demandar la protección de Evo Morales y los integrantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y gobiernos locales ante la ola de violencia desatada por los promotores del golpe de Estado”.
Según relató ayer el eventual canciller de Alberto Fernández, Felipe Solá, en su diálogo con Macri el presidente electo le pidió que “por favor se cuidara muy bien” de no largar al funcionario de Evo Morales asilado en la embajada en La Paz sin una razón. Fernández también le planteó a Macri que los consulados estuvieran todos abiertos para eventuales pedidos de asilo. Sin embargo, desde la Cancillería adujeron un escollo legal: los consulados no están habilitados para dar asilo.
Alberto Fernández ya encontró también aliados en la Unión Europea para movilizar un apoyo internacional por Evo Morales. Le transmitió al premier francés Emmanuel Macron la grave situación de Bolivia y también le hizo llegar sus impresiones sobre Bolivia al primer ministro portugués Antonio Costa y al presidente de España Pedro Sanchez.
La diplomacia es el arte de los posible cuando no encuentra divergencias internas. El caso de Bolivia expone dos diplomacias que trabajan en forma paralela en la Argentina y descolocan al mundo.
Fuente: Infobae