Según el dato que difundió el Instituto Nacional de Estadística y Censos, la inflación minorista en los primeros nueve meses del año acumuló un alza del 37% y en los últimos 12 meses un avance de 52,5%.
El índice de precios al consumidor (IPC-Costo de Vida) registró en septiembre un incremento de 3,5%, un punto porcentual más que el 2,5% registrado en agosto pasado, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec)
La suba registrada en septiembre fue impulsada por los productos estacionales, que comprenden frutas y verduras, además de indumentaria. El aumento corta una serie de cinco meses consecutivos de desaceleración.
Con este incremento, la inflación minorista en los primeros nueve meses del año acumuló un alza del 37% y en los últimos 12 meses un avance de 52,5%.
En septiembre, los precios de los productos considerados estacionales aumentaron 6,4%, mientras que los regulados subieron 3% y la “inflación núcleo” marcó un incremento de 3,3%.
Por división, la inflación del mes fue liderada por prendas de vestir y calzado, que registró una suba de 6% mensual (contra 3,4% en agosto) debido a cuestiones estacionales de cambios de temporada, seguida de bebidas alcohólicas y tabaco, que aceleró hasta 5,9% mensual (contra el 2,0% de agosto).
También contribuyeron los regulados, que aceleraron hasta 3% mensual, frente al 1,1% que habían registrado en agosto, por subas en las prepagas, el precio de los cigarrillos, la telefonía a nivel nacional y el transporte público a nivel provincial.
Por su parte, la inflación Núcleo fue de 3,3% mensual ante el 3,1% de agosto.
Desaceleraron su inflación rubros como Educación, que en septiembre aumento 3,1% contra el 4,2% agosto; y “Bienes y servicios varios” que subieron 2,2% ante el 3,3% previo.
Otros ítems que incrementaron su tasa inflación fueron Salud, por el aumento de las cuotas de la medicina prepaga principalmente, que subió 4,3%, y “Restaurantes y hoteles” que en el noveno mes marcó un aumentó 4,1% frente al 2,9% previo, por servicios de alojamiento.
Infografía.
Otros rubros que aceleraron fueron “Recreación y cultura”, con el 3,8% ante el 3,7% agosto; “Transporte”, 3,0% frente al 2,4% por adquisición de vehículos y aumento de transporte público, y “Comunicaciones”, que en agosto había mostrado una baja del 0,6% y en septiembre subió 2,8% .
Por su parte, “Alimentos y Bebidas no alcohólicas” subió menos que el índice general, con el 2,9%, por la suba de frutas, verduras y productos ligados a la harina, contra el 1,5% de agosto.
La semana pasada, el ministro de Economía, Martín Guzmán, reconoció de manera implícita que la inflación de septiembre iba a estar por encima del 2,5% de agosto.
Al exponer en la Convención de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), Guzmán dijo que a partir de octubre se espera una reducción de la inflación interanual, con lo que dio a entender que el número de septiembre era mayor al de agosto, como finalmente informó hoy el Indec.
«Vemos una tendencia decreciente de la inflación desde marzo y a partir de octubre se suma una reducción en términos interanuales», enfatizó el ministro en esa oportunidad.
Por regiones, por encima del promedio general de 3,5% registrado en septiembre, se ubicaron el Gran Buenos Aires (+3,8%) y la Patagonia (+3,7%).
Mientras que por debajo del promedio general estuvieron la región Noreste (+ 2,4%), Cuyo (+2,9%), Noroeste (+3,3%) y Pampeana (+3,4%).
La cuarta inflación más alta del mundo
La Argentina tiene la cuarta inflación más alta del mundo y el 2022 también se proyecta complicado. El Gobierno insiste con congelamientos y retrasa un acuerdo con el FMI, que es clave para anclar expectativas.
El plan de anclar el dólar oficial para dominar los precios no tuvo los resultados esperados por el Gobierno. Tampoco fue suficiente con mantener las tarifas semicongeladas (aumentando un dígito en el año) o frenar el incremento de combustibles en la segunda mitad del 2021. A pesar de todo esto, el índice de inflación volvió a acelerar y presenta una suba de más del 52,5% en los últimos doce meses.
La evolución de la inflación minorista ya es prácticamente idéntica en relación a aquel 53,8% que arrojó el 2019, que significó el valor más alto en 28 años y a su vez un motivo clave que explicó la derrota de Mauricio Macri en la búsqueda de su reelección como presidente. Suena lógico que el actual Gobierno también sea castigado en las urnas, ante la impericia por buscarle una solución al aumento persistente del costo de vida, con su impacto en los bolsillos y en los aumentos de los niveles e pobreza e indigencia.
El repunte de la inflación en septiembre no estaba tan descontado. En realidad, la mayoría de los economistas consideraba que la reducción observada en agosto al 2,5% podía sostenerse en valores parecidos hasta llegar a fin de año. Y que a partir de diciembre se volvería a niveles de inflación en el rango del 3,5% al 4% mensual. Pero sucedió mucho antes.
Martín Guzmán no se cansa de repetir que el fenómeno inflacionario es “multicausal”, lo que complica la búsqueda de una respuesta adecuada. Pero si en algo coincide la mayor parte de la academia económica es que los altos y persistentes niveles de déficit fiscal están detrás de este verdadero drama.
Es cierto que muchos países tienen hoy los mismos o incluso más elevados rojos fiscales. Pero la economía argentina tiene problemas adicionales: no accede a financiamiento en los mercados (sólo localmente y en forma acotada) y la demanda de pesos es muy baja producto de los altos niveles de desconfianza de consumidores e inversores.
En otras palabras, el Banco Central sigue emitiendo pesos para financiar al Tesoro que nadie demanda. Este desbalance entre oferta y demanda monetaria se traduce en mayor inflación, como viene ocurriendo en los últimos años.
Además de los casi $ 500.000 millones de incremento de la base monetaria que se registran en lo que va de 2021, el Central viene alimentando otro verdadero engendro: una montaña de Leliq y pases pasivos para absorber el dinero excedente.El año que viene habrá que sincerar el tipo de cambio oficial tras la “plancha” del 2021, también subir tarifas, descongelar combustibles y los precios del supermercado. El 50% de inflación de este año luce como un piso para el 2022, salvo que se tomen medidas contundentes
Según estimó el economista Ramiro Castiñeira, los intereses anuales que habrá que pagar suma nada menos que 1,5 billones de pesos, es decir el equivalente a 15.000 millones de dólares. Se trata de una gigantesca bola de nieve (o de pesos) que no para de crecer y constituye un enorme desafío para la estabilidad del sistema financiero y también del tipo de cambio.
La decisión del Gobierno de tomarse más tiempo para acordar con el FMI es una mala noticia para la inflación. Un arreglo que incluya metas razonables y creíbles de reducción de déficit y menor financiamiento monetario al Tesoro debería ayudar para ir hacia una reducción gradual. Pero plantear una salida recién para el primer trimestre de 2022 suena a demasiado tiempo para la situación delicada de la economía local.
La urgencia pasa por “anclar” las expectativas para llegar al verano sin situaciones traumáticas, tanto desde el punto de vista del comportamiento del tipo de cambio como de la inflación. Si el Gobierno no revierte los elevados niveles de desconfianza corre peligro de un caída todavía mayor de la demanda de pesos y por ende un impacto incluso más fuerte en los precios.
El flamante secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, no tuvo mejor idea que volver a la vieja fórmula de los controles y congelamientos de precios. Puede conseguir el objetivo en supermercados de cortísimo plazo. Pero la experiencia demuestra que la salida de estos esquemas es traumática y genere un salto todavía mayor en los índices inflacionarios.
El panorama para adelante no es alentador en absoluto. El dólar oficial que quedó casi planchado en el año, subiendo sólo 12% contra 37% acumulado en la inflación, deberá sincerarse. Esta mayor suba del tipo de cambio oficial se traducirá en un encarecimiento de materias primas importadas, que impactarán en los costos de producción.
Pero además será muy difícil mantener el congelamiento de combustibles y de tarifas de servicios públicos. La consecuencia de hacerlo sería un fuerte aumento adicional de los subsidios económicos y, por ende, mayor déficit fiscal y emisión monetaria.
Según reveló un informe de la OCDE, la Argentina con casi 50% anual es el cuarto país de mayor inflación del mundo, sólo detrás de Venezuela, Sudán y Surinam. El 2021 apunta a terminar apenas debajo de ese 50%, pero queda una proyección muy preocupante para 2022. Si no se actúa de manera urgente, estos valores suenan más a un piso que a un techo.
Con información de Telam e Infobae