Carreras de Regularidad: Pasión y camaradería

Las carreras de regularidad con autos clásicos y especiales han protagonizado un impresionante auge en los últimos años, creando una auténtica cultura de competición.

Esto demostró que los coches antiguos pueden volver a la vida y salir de sus apolillados museos y garajes, sin riesgo para su integridad, ni la de sus pilotos.

Como norma general los coches participantes deben tener un mínimo de 25 años, en algunos rallys exclusivos, incluso más y, según el organizador, se les exige mayor o menor preparación deportiva.

Piloto y copiloto tienen que compenetrarse muy bien, ya que deben pasar por cada punto de control, muchos de ellos secretos, con una precisión de centésima de segundo. Parece fácil, pero no lo es, en una carretera llena de curvas, cambios de velocidad, con controles escondidos, todo cobra un mayor desafío.

Como las diferencias entre ganar y perder se estiman en apenas un puñado de puntos tras muchos tramos y kilómetros, la cosa se complica aún más. Y es que resulta muy difícil mantener la media exacta y hasta la décima con sucesivos “cambios de media” a lo largo de cada tramo sin perderse, cruzando poblaciones, zonas con tráfico y cruces.

El camino está dividido en etapas y éstas en tramos de enlace, en cada prime hay una primera parte en que la hoja de ruta establece pautas de marcha, como la velocidad constante y algunos tiempos, esto sirve como ayuda dando referencias del camino (un árbol, un puente, un cruce, un cartel) por eso hay que mantener una cierta velocidad promedio para no errar por mucho.

Hasta hace unos años, el copiloto sólo contaba con papel, bolígrafo y un cronómetro, por eso era necesario un constante esfuerzo de cálculo e ir cantando al piloto las referencias varias veces por kilómetro, hoy en día los modernos sistemas de cronometraje digitales por “transponder” o “GPS” han dejado desterrado los errores humanos.

La electrónica digital ha venido en su ayuda simplificando el proceso. Los amantes de la velocidad tal vez no se sientan a gusto con esta especialidad. Sin embargo, la regularidad cada vez tiene más adeptos y cuenta con carreras emblemáticas como en La Pampa, porque se trata de una propuesta atractiva y en la que se lucha de otra manera contra el cronómetro.


La camaradería, ante todo, pero eso no quita que en el camino los protagonistas dejen entusiasmos de paciencia, cálculos y nervios por ganar, en una prueba que se define por casi nada, los vehículos se llevan décadas de edad entre sí, pero la diferencia final entre los primeros es un suspiro. Esa camaradería se da también en el camino. En realidad, no hay mucho margen para ser descortés, porque eso perjudica a uno mismo, sacándolo del ritmo, porque nadie sabe a quién está yéndole bien.

Se compite contra los problemas, que pueden ser varios, como el tráfico, por eso es fundamental la concentración en la hoja de ruta, el instrumental y las referencias por encontrar, para andar finito en la punta, para pasar lo más exacto por las marcas. Esta especialidad que es un ajedrez del automovilismo, una pasión en la que no vence el más rápido, sino el más pensante y el más preciso.


Por Robert Lizarraga