Por Norberto Asquini
El discurso del sábado del gobernador Sergio Ziliotto en la Legislatura fue el mensaje que ratificó el rumbo político del peronismo pampeano para este año frente al presidente Javier Milei. Está claro el modelo de provincia que se sostiene frente a la marcha rabiosa de los libertarios que avasallan todo lo que pueden.
Pero además los actos de Ziliotto y Milei, tan opuesto uno al otro, mostraron dos modelos de entender y vivir la política: el de Ziliotto fue con los intendentes de todos los partidos presentes en las gradas acompañando y con referencias al diálogo con los legisladores opositores a pesar de los cruces. El de Milei, sin la mayoría de los legisladores cansados de los destratos y planteos, con restricciones a la prensa, militantes en los balcones y después patoteada y violencia de un ¿funcionario? como Santiago Caputo enervado vaya a saber con qué sustancia contra el diputado Facundo Manes solo por haber mostrado la Constitución. Este último un hecho bochornoso que tuvo más impacto que el acto de Milei.
Ziliotto en su discurso se diferenció en todo. Donde Milei ajusta, la gestión pampeana invierte; si el presidente va contra la industria y promueve la exportación primaria, el peronista lamenta el industricidio; donde la motosierra pega contra el empleado estatal, en la provincia se le pone el hombro; si Milei habla de ajuste a cualquier costo para cierre el equilibrio fiscal, Ziliotto habla de fortaleza financiera histórica y sin deuda de la provincia; donde el mercado campea para acaparar o estafar, en La Pampa se habla de un Estado que garantiza servicios y obras.
Hubo otro mensaje además de diferenciarse en políticas públicas. Si la deriva autoritaria y alocada de Milei parece ser su rumbo, Ziliotto habla de resistir desde La Pampa haciéndolo desde la solidaridad, el respeto, el diálogo y la racionalidad. Si el del libertario fue un discurso autocelebratorio y ofensivo, el del pampeano fue sobrio y componedor.
Apenas una vez le bastó a Ziliotto mencionar al peronismo para saber desde donde hablaba. Pero mencionó la palabra identidad (“permanente, como cultura y frente a esa pretendida imposición avasallante e irrespetuosa, con la que buscan infectarnos desde Buenos Aires”, completó). Y antes enumeró: “Nuestro país creció desde la diversidad. Jamás debemos excluir. Menos aún debemos permitir que ese escenario se instale en La Pampa. Desde mi lugar seguiré apostando al diálogo para alcanzar consensos y garantizar calidad institucional y bienestar colectivo”. Todo un manifiesto.
Frente a un presidente que pone ministros en la Corte Suprema por decreto, y de manera inconstitucional, o pide la intervención a una provincia, Ziliotto, que es parco pero contundente en su postura política, juega a la moderación. Eligió el camino, cómo indica el consultor Mario Riorda, diferente al que se plantea desde la política libertaria. A los extremos cada vez más extremos, a una derecha reaccionaria que es cada vez más ultraderecha, Ziliotto no copia sus formas ni se transforma en otra cosa. La resistencia pasa no solo por el fondo, sino también por las formas. Entiende que la mejor defensa es lo hecho hasta ahora en la provincia.