Cerca de 300 personas se movilizaron este domingo en Eduardo Castex para reclamar una solución definitiva al corte del tramo de la Ruta Nacional 35 que afecta su vida diaria desde hace tres meses.
Una aplaudida, la entonación del Himno Nacional Argentino, ingeniosos carteles, pancartas y distintas manifestaciones –hubo quienes llegaron con reposeras para pasar el día en “el balneario”- le dieron color al pedido que reflejó la bronca de quienes desafiaron el frío de la tarde para pedirle al Gobierno Nacional que les dé las respuestas que como argentinos merecen.
Es que el corte de la ruta –apenas más de 500 metros- genera consecuencias económicas y sociales negativas en la vida de las poblaciones afectadas (Eduardo Castex en este caso, pero los efectos son los mismos para Embajador Martini o Rancul) y que no se manejan con los “tiempos” de Nación.
Por un lado, porque reduce el tráfico de vehículos -camiones y colectivos-, lo que genera una merma en el trabajo del pueblo; por otro, porque agrava aún más panoramas ya graves: vecinos que no pueden ingresar a sus campos inundados o pacientes que demoran más de la cuenta en llegar a los centros médicos donde se atienden son ejemplos de ello.
Este contexto, por extensión, afecta el accionar cotidiano de las municipalidades involucradas, porque a sus gastos de funcionamiento habituales le agregan los problemas derivados del corte, sumándole el deterioro que produce el tránsito que se desvía por caminos alternativos, ya que estos deben soportar el paso de un número de vehículos mucho mayor y se rompen más rápidamente. Y como los caminos son responsabilidad de los municipios, eso implica redireccionar fondos –más allá de la ayuda que pueda brindar Provincia- que estaban pensados para otras obras.
Este cúmulo de situaciones que se perciben con mayor claridad cuando se vive en los pueblos afectados, provoca un enojo que se incrementa cuando se percibe que la solución demora demasiado en llegar -muchos más de la cuenta-.