CONCIENCIA AMBIENTAL: “Huertas educativas y agroecología” cuando comencemos a construir una nueva normalidad

Cuando sea el momento de comenzar a construir una nueva normalidad, las huertas educativas y la práctica de la agroecología en ámbito urbano, contribuirán a una educación más inclusiva, que considere al ser humano dentro de la naturaleza y favorezca la integración de los niños, docentes y sus familias, promoviendo el encuentro bajo la premisa de los niños como sembradores de futuro.

Por otro lado, promueve hábitos de vida más saludables y la incorporación en la alimentación de verduras y hortalizas libres de agroquímicos.

A su vez permite comprender la complejidad del sistema, o una visión holística de los procesos en un momento en que los tiempos de las personas no se corresponden con los tiempos de la naturaleza.

Como herramienta de trabajo la huerta escolar favorece también el trabajo en equipo, la cooperación, la solidaridad y el contacto con la naturaleza.

Por eso, es una experiencia rica en intercambio de ideas y prácticas educativas para acercar el mundo de las escuelas a los espacios productivos de la agricultura urbana y a los saberes que en ellos se construyen día a día.

La huerta escolar es un espacio que reúne múltiples beneficios para el aprendizaje, el trabajo con la tierra, la revalorización de nuestras costumbres, la construcción grupal y la puesta en común de saberes que pueden desarrollarse y entrelazarse en un espacio flexible.

Para iniciar con el trabajo de la huerta, se puede comenzar con la recolección de las plantas que cada niño tiene en su casa, esta es una manera de integrar a la familia en la actividad.

Como primera acción es muy oportuno el armado del cerco vivo con plantas aromáticas: burrito, menta, salvia morada, romero, también enredaderas de flores, asimismo es muy importante asignarle un nombre a la huerta, esto facilita la apropiación del espacio, posibilitando la creación y el intercambio entre compañeros.

Lo lúdico y recreativo en un espacio de aprendizaje, que mejora la convivencia entre niños a través del acto de compartir, cooperar, intercambiar opiniones y ejercitar el trabajo grupal, revalorizando nuestra cultura, la curiosidad y el cuidado por el medio ambiente, promoviendo el respeto por la naturaleza, con voluntad, empeño, dedicación y la convicción de que es posible crear un aula a cielo abierto. 

“…la educación me empuja a asumir una cierta responsabilidad y a ser coherente con el sueño que me exige que tenga” … Paulo Freire

Por Robert Lizárraga
Fuente: www.fao.org