Un día en la Colonia Menonita «La Nueva Esperanza» de Guatraché

Por Griselda Bottasso

Partimos desde Parera, al norte de La Pampa con la expectativa de conocer aquella colonia de la que tanto habíamos hablado. Junto a alumnos del colegio República del Perú recorrimos 370 kilómetros y al fin llegamos a Guatraché, localidad de más de 6 mil habitantes ubicada a unos 171 kilómetros, al sur de la capital pampeana.

Allí gentilmente nos recibió Ana Lía Di Meo, guía de turismo que nos acompañó a recorrer la colonia. De a poco nos adentramos y comenzamos a transitar apenas una porción de las 10 mil hectáreas donde desde el año 1985 está instalada «La Nueva Esperanza».


Los primeros que llegaron a La Pampa, lo hicieron en 1985, procedentes de México y formaron una próspera comunidad que hoy tiene más de 1.800 habitantes.

A medida que comenzamos a recorrer la colonia, parece que el tiempo se detuvo un siglo atrás y comenzamos a ver un paisaje diferente, alejado del consumismo, el wifi y la tecnología.

Lo primero que nos llama la atención son los buggies, el tradicional medio de movilidad dentro la colonia: un carro tirado por un caballo con ruedas de goma. También nos sorprenden los tractores con ruedas de hierro, según dicen para prevenir que algún osado decida alejarse de la comunidad.


Cada familia en su parcela tiene sus vacas lecheras y diariamente las ordeñan para que luego el lechero pase y retire la leche que luego en la quesería de la colonia se convierte en quesos sardos, muzzarella, pategras, entre otros.


La colonia de Guatraché tiene 10.000 hectáreas, que compraron cuando se asentaron allá por 1.985 y se dividió acorde a lo que cada familia pudo adquirir. Están parceladas en nueve campos que tienen un jefe responsable, y en cada uno hay también una escuela y un cementerio.


Todo en el lugar es pulcro, ordenado. Casas y galpones se confunden por su uniformidad. Cada familia tiene su rutina: los hombres se levantan muy temprano para ir a trabajar a algunas de las industrias de la colonia, claro, después de ordeñar a sus vacas lecheras.


Mientras que las mujeres hacen las tareas del hogar, realizan algún tipo de artesanías que luego los niños venden a los turistas, y además confeccionan sus prendas y los tradicionales mamelucos de los hombres de la colonia.

También son las encargadas de enviar los niños a la escuela primaria. En nuestra visita había muchos niños jugando ya que estaban de vacaciones, porque su retorno a clases será el 1º de noviembre.


En la colonia se produce de todo. Sus productos son de primera calidad y se comercializan en la provincia de La Pampa y provincias vecinas.

Hay fábricas metalúrgicas, queserías, carpinterías, una fábrica de finísimos zapatos de cuero, fábricas de muebles, un restaurante, un comercio de ramos generales y desde hace dos años, también una fábrica de dulce de leche, que por supuesto no pudimos dejar de degustar.


Si bien es una comunidad cerrada, muy guardiana de sus tradiciones, sus creencias y sus costumbres, también se abren al afuera, por una necesidad comercial.

Los niños y las mujeres no hablan el castellano, ya que no se enseña en las escuelas, pero de a poco lo van aprendiendo del contacto con quienes visitan la colonia, y los hombres que sí lo hablan, son los que salen a comercializar sus productos.


La colonia y la tecnología

Su relación con la tecnología es algo para destacar. La estricta forma de vida que llevan los menonitas, limita el uso de la electricidad y por supuesto de la telefonía celular.

No utilizan red eléctrica ni pantallas solares porque según nuestra guía de turismo, «con ellas llegan también las tentaciones como internet, las redes sociales, youtube, netflix, etc».

Por lo tanto todo lo que fabrican, se realiza a través de grupos electrógenos, que les permiten una producción muy variada.


El uso de la energía, computación, homebanking, teléfono… para trabajar, está bien. Fuera del trabajo sería entretenimiento y ello tarde o temprano lleva a apartarse de los preceptos, sostienen.


Desde el punto de vista religioso los menonitas son de origen protestante, siguen a Menno Simons, quien se apartó de Lutero allá por el siglo XVI, de ahí el nombre de la colonia.

Menno Simons (1496 – 31 de enero de 1561), fue un líder religioso anabaptista de los Países Bajos. Simons fue contemporáneo de los reformadores protestantes y sus seguidores fueron conocidos como menonitas.
Algunos se asentaron primero en Canadá, de allí bajaron a México, Bolivia y finalmente Argentina, donde se formó la primera colonia en 1985 en la localidad de Guatraché.

Creen en Dios, en Cristo, no veneran a la virgen, solo como la madre, y en la iglesia no hay imágenes.


Desde el punto de vista educativo solo tienen escuela primaria, aprenden a leer la biblia en un dialecto alemán, a sumar, restar, dividir y medidas métricas, es decir todo aquello que les sirve para el mundo del trabajo.

No cuentan con profesionales, porque no existe la escuela secundaria y menos aún se piensa en la Universidad.
En algún momento, según nos contó Analía, desde el Ministerio de Educación se trató de que se sumaran al sistema educativo oficial, pero fue imposible.

En cuanto al aspecto sanitario, desde hace un par de años se logró que se atiendan en el hospital de Guatraché, y quienes pueden pagar la salud privada, también lo hacen. En tanto los partos también se llevan adelante en el hospital de la localidad.

Además desde hace un tiempo se instaló una farmacia en la colonia que les permite acceder a la medicación que necesitan.

La asimilación al país que los recibe es siempre limitada por sus preceptos religiosos: no votan, no participan en política y la educación de sus hijos no incluye el idioma local, condiciones éstas que no todos los estados aceptan.

Atravesar la pandemia

Atravesar la pandemia no fue fácil en la comunidad, al Covid lo desestimaron. Con su forma de vida dedicada al trabajo no entendían que tenían que bajar las persianas y aislarse.

Los menonitas sufrieron la muerte del obispo de la colonia, que fue un golpe muy fuerte, y además en una semana se registraron más de 150 contagios, a partir de algunos casos que llegaron desde Santiago del Estero.

Desde Salud Pública de la provincia se actuó muy rápido, se instaló un hospital de campaña, según nos contó Ana Lía Di Meo, y se logró convencerlos de que quienes fueran positivos se aislaran, mientras los otros seguían produciendo, que era la mayor preocupación que tenían.


En el lugar se respira hospitalidad, respeto, cultura del trabajo, esfuerzo, sacrificio, pero también la colonia nos genera muchas preguntas…

¿Niños preparados solo para el mundo del trabajo?, y en medio de una sociedad patriarcal que otorga al hombre predominio, autoridad y ventajas por sobre la mujer, y que muy lejos está de la igualdad de género que desde nuestra mirada y en los tiempos actuales, las mujeres aspiramos.


Sin embargo es una comunidad que mantiene sus particularidades, su idiosincrasia y que sin dudas es un lugar que no se puede dejar de conocer si visitás La Pampa.


Datos útiles. Ana Lía Di Meo. C: (02923) 48-4742. IG: analiadimeoguia es guía de turismo, y lleva visitantes desde hace varios años. Conoce a los menonitas, y lo más importante, ellos la conocen a ella, lo cual permite disfrutar de una visita inolvidable.