CONCIENCIA AMBIENTAL: El virus del hambre

Los conflictos armados, las alteraciones económicas provocadas por la pandemia y la creciente crisis climática han agravado la pobreza y la catastrófica situación de inseguridad alimentaria en las zonas con más hambre en el mundo, creando a su vez nuevos núcleos de hambre.

Un año y medio después del comienzo de la pandemia, las muertes por hambre superan a las provocadas por el virus.


El año pasado, Oxfam (Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre) alertó en su informe que el virus del hambre podría causar más muertes incluso que el propio Coronavirus. Este año, 20 millones de personas más se han visto arrastradas a niveles extremos de inseguridad alimentaria, es decir, el número de individuos que viven en condiciones cercanas a la hambruna se ha multiplicado por seis.

Lo que parecía una crisis global de salud pública ha derivado rápidamente en una grave crisis de hambre que ha puesto al descubierto la enorme desigualdad del mundo en que vivimos.

A menos que los Gobiernos actúen de forma urgente para abordar la inseguridad alimentaria y sus causas, lo peor está aún por llegar. Las estimaciones apuntan a que, probablemente, 11 personas estén muriendo cada minuto a causa del hambre extrema provocada por la combinación letal de los conflictos, el COVID-19 y la crisis climática. Este ritmo superaría la actual tasa de mortalidad de la pandemia, que es de siete personas por minuto.

Las zonas críticas del hambre que se destacan en este informe son Afganistán, Yemen, las zonas sahelianas de África Occidental, Sudán del Sur y Venezuela. En estos lugares, la crisis alimentaria ya se estaba agravando, y la combinación entre las consecuencias económicas de la pandemia, los conflictos y la crisis climática ha llevado a más de 48 millones de personas a un nivel crítico de hambre en estos países.

Los conflictos armados siguen siendo la principal causa del hambre desde que empezó la pandemia, empujando a casi 100 millones de personas en 23 países asolados por estos conflictos a una situación de crisis alimentaria. A pesar de los llamamientos para un alto el fuego mundial que permitiese centrar la atención en combatir la pandemia, la mayoría de los conflictos no ha cesado.

Las consecuencias económicas del COVID-19, que han agravado la pobreza y puesto al descubierto la creciente desigualdad a nivel mundial, han sido el segundo factor causante de la crisis de inseguridad alimentaria mundial.

Según las estimaciones, se prevé que el número de personas en situación de pobreza extrema llegue a los 745 millones a finales de 2021, lo cual supone un incremento de 100 millones de personas desde que comenzara la pandemia. Los colectivos excluidos, especialmente las mujeres, las personas desplazadas y aquellas que trabajan en el sector informal, han sido los principales afectados.

La crisis climática es el tercer gran factor que ha acelerado la grave situación de hambre en el mundo este año.

Aproximadamente 400 catástrofes provocadas por fenómenos meteorológicos extremos, entre ellos tormentas e inundaciones históricas, han seguido intensificándose y afectando a millones de personas en Centroamérica, el Sudeste asiático y el Cuerno de África, donde las comunidades ya estaban profundamente afectadas por los efectos de los conflictos y de la pobreza generada por el COVID-19.

Fuente: OXFAM
Por Robert Lizárraga