La importancia de la educación ambiental en las escuelas

                                                                 Por Robert Lizárraga

La escuela es un espacio social de convivencia, generador de valores que propicia una identidad colectiva, es un espacio público por ser el territorio de todos, de intercambio, de juego, es la institución que la sociedad ha definido como responsable de la transmisión formal de la cultura.

 Como tantas otras instituciones, tiene algo específico y distinto que decir y hacer, vinculado con la alfabetización académica, teniendo en cuenta las características, saberes, tradiciones de las que forma parte, sin perder la dimensión de lo común, de lo público que implica toda propuesta educativa democrática.

La transmisión de la cultura parte de una ética que instituye la igualdad, la confianza y el afecto, construyendo identidad entre los sujetos, considerando los lazos intergeneracionales, la memoria y la construcción de ciudadanía, por esto la educación escolar es una acción ético-política.

El objetivo principal de la educación ambiental no radica en ofrecer información sobre el medioambiente o la problemática que lo rodea, sino que persigue sobre todo crear conciencia sobre si nuestras acciones o hábitos que realizamos en nuestra vida cotidiana, tienen consecuencias positivas o negativas sobre el entorno que nos rodea, creando a su vez un espacio de reflexión que nos haga ver y sobre todo pensar la manera de cambiar nuestros impulsos que derivan en consecuencias desastrosas para el medioambiente, o por el contrario, seguir mejorando hacia un futuro ecológico y ambiental mejor para todos.

En la complejidad del proceso de enseñanza el docente se constituye en un mediador de la tarea didáctica para que los y las estudiantes puedan aprender, vincular los saberes de las ciencias, la cultura y las experiencias. Proponer el trabajo cooperativo que facilita el intercambio; la discusión que propicia contar con argumentos; la participación activa en todas las actividades que se lleven a cabo, de modo que generen responsabilidad y compromiso como sujetos sociales.

Este modo complejo de alfabetización científica, tecnológica, digital, cultural, habilita posibilidades de transferir saberes aprendidos a otras situaciones de la práctica social.

Para ello es importante redefinir los contextos de aprendizajes, abriendo un variado repertorio de metodologías que se pueden implementar como el cultivo de huertas y jardines, la producción de filmaciones, fotografías, artesanías, la elaboración de diversos tipos de textos, la recuperación del lenguaje de las artes visuales, audiovisuales, teatro, música, danzas; la incorporación de los lenguajes del cuerpo.

Con la finalidad de devolver a la escuela el sentido de educar con responsabilidad ciudadana sería conveniente que los docentes adviertan la importancia de construir enunciados con coherencia científica y pertinencia sociocultural, como también los modos de decir.

Eso posibilita que profesores y estudiantes se reconozcan como autores de sus propios textos para socializarlos, enhebrando teoría y práctica; investigación y acción; sensibilidad y pensamiento; compromiso y solidaridad. 

 

 

En este sentido, comprender las infancias y las juventudes significa conocer posibilidades distintas a las del adulto, ciclos vitales, subjetividades, emociones, deseos, tiempos propios de cada etapa de la vida, la importancia del presente para la proyección del futuro.

Es necesario concientizar a los niños desde pequeños, para que aprendan poco a poco lo que es positivo o negativo para el medio ambiente y a raíz de ahí, crear comportamiento ejemplar de cara al futuro.

                                   Por Robert Lizárraga

                                   Fuentes consultadas: Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF