El grupo de Historiadores del Norte Pampeano recordó a Valentín Sastre

La Asociación Civil de Historiadores del Norte Pampeano que preside el piquense Cristian Rodriguez destacó la figura de Valentín Sastre, un reconocido vecino de Parera, que formó parte de la agrupación, y cuyo deceso se produjo en las últimas horas.

El reconocido vecino de Parera falleció a última hora de ayer a los 91 años de edad, dejando un vasto legado histórico y cultural.

Desde la Asociación de Historiadores del Norte Pampeano eligieron recordar a Valentín, publicando un trabajo de su autoría denominado «El último mercachifle».

«El último mercachifle»

Circulaba por campos pampeanos a principios del siglo pasado, recorría recovecos, montes, caminos, lagunas, chacras. Su transporte; un carromato tirado por caballos, armado con un toldo que cubría la mercadería del sol o de las lluvias.

Llegaba a las chacras o quintas con sus productos, y allí se producía el comercio más antiguo: el trueque.

El chacarero o quintero (colono inmigrante) entregaba pollos, huevos, verduras, cueros, a cambio de mercancía que necesitara. El dinero en efectivo existía poco o nada, se hacía un cálculo, un arreglo entre ambos…una gallina podía valer una camiseta o un kilo de arroz.

Salvador Elías Herreros, a quien apodaban «El Turco Petiso» era por los años ’40 el más popular y parlanchín mercachifle.

Había venido al país, según su versión de Turquía o Siria, posiblemente en 1910.

Como buen descendiente de árabes, le gustaba la compraventa y lo practicó en campos parerenses.

Su carro era un correo ambulante. Por fuera, en su chapa de zinc, se pegaba el cartel de aviso del próximo baile en la zona o grafitis con corazones flechados o saludos del lote 14 a las chicas del 1, y por dentro todo atestado de productos.

Un día de enero de 1947, Herreros junto con un nio de 10 o 12 años de nombre Antonio, salieron hacia San Marcelo.

En esas vueltas de la vida, el carro llegó a un lugar en que sus ruedas dieron de lleno con el pozo de una vizcachera, volcando.

Trágica suerte la del mercachifle, su herramienta de trabajo lo apretó.

Una cruz de madera a la orilla del camino indicó por mucho tiempo el lugar de la infausta muerte.

(Libro Memoria 9 de la Asociación de Historiadores)