Santa Elena: Conmemoran la Fiesta Patronal en Ing. Luiggi

Zonal Noticias - Ingeniero Luiggi
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Desde comienzos del mes de agosto, la comunidad católica de Ingeniero Luiggi se prepara para conmemorar el día de la patrona de su pueblo, Santa Elena.

Desde el jueves 9 de agosto hasta ayer viernes se realizó la tradicional Novena.

Hoy se conmemora el día de nuestra señora patrona Santa Elena. Por ello habrá distintas actividades durante la jornada.

Desde las 17 horas se realizará la tradicional procesión por la localidad. Luego a las 18  tendrá lugar la santa misa en la parroquia.

Más tarde, a las 20:30 horas en el SUM municipal ubicado en el Parque Centenario, se hará una peña folklórica y una kermese con juegos tradicionales. La entrada es libre y gratuita y estarán actuando varios artistas locales y zonales.

Algunos artistas que estarán actuando esta noche son: Cesar González, Guadalupe Vidorét, Grupo de Malambo dirigido por Maxi Cardozo, la Agrupación Peña el Fortín entre otros invitados.

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Historia de la patrona de la parroquia: Santa Elena

Nos hallamos en el tercer siglo de la Era Cristiana. La persecución de la Iglesia era intensa y cruel. No obstante, el Evangelio se extendía por la sangre de los mártires y el heroísmo de los santos. 

Fue entonces, cuando en una pequeña y hermosa villa de Bitinia, llamada Drépano (hoy Yalova), perteneciente entonces a la Turquía asiática, nacía una niña. Se llamaba Flavia Julia Elena. Era hija de padres paganos de muy humilde condición. Corría entonces el año 246.

Nadie se imaginaba que aquel pequeño pueblo sería elevado al rango de ciudad por el gran Emperador Constantino y llamado Helenópolis en honor a su madre Elena.

Esta pequeña niña, fue la elegida por Dios, para ser la madre del Emperador Romano: Constantino el Grande.

Su infancia fue muy humilde. Sus padres tuvieron una pequeña posada en la que atendían ellos mismos. Elena, a medida que crecía, los fue ayudando en sus quehaceres domésticos. De joven, sus padres le encomendaron la atención de sus clientes. Confiaban en la prudencia y bondad de su hija.

Fue así, como un día llegó hasta la posada un grupo de soldados romanos comandados por un joven oficial de nombre Constancio, también llamado Constancio Cloro, por la extrema palidez de su rostro.

El oficial, al ver a Elena y ser atendido por ella, no pudo ocultar la profunda impresión y el impacto que le había causado a su corazón de soldado. La mirada de Elena le había subyugado. A través de sus ojos intuía la hermosura de su alma y la bondad de su corazón.

Enamorado de ella, le pidió a los padres de Elena su mano y contrajeron enlace. Ella acompañaba a su esposo a Germania y a Inglaterra. Le seguía en las diversas etapas de su carrera militar.

Cinco años después dio a luz, en Naissus (actual Nis en Yugoslavia) a su único hijo: Flavio Valerio Constantino, que sería su orgullo y consuelo en su vida sacrificada y dura.

La época de Santa Elena fue por demás turbulenta. El Imperio Romano vivió convulsionado por continuas guerras internas y externas. En el año 284 asumió el poder Diocleciano. Este emperador, frente a la situación desastrosa en que se vería sumergido al Imperio, decidió emprender su total reorganización. El poder fue dividido entre dos Augustos: Diocleciano y Maximiano, y con el propósito de asegurar la sucesión, nombró a dos Césares: Galerio y Constancio Cloro.

El esposo de Elena fue elevado a una de las más significativas dignidades del Imperio. Elena podía tener entonces todo a su alcance para ser feliz: fama, poder y gloria. Sin embargo fue otro el camino que Dios le deparó. El la condujo hasta la cumbre por el camino de la humildad, la abnegación y la cruz.

Constancio Cloro al ser nombrado César de las Gallas, de la Gran Bretaña y de España, se vio en la obligación de dar pruebas eficientes de su fidelidad a los dos Augustos: Diocleciano y Maximiano. No le quedó otra alternativa que repudiar a su mujer y contraer nuevas nupcias con Teodora, hija de Maximiano. Elena tenía aproximadamente cuarenta y cinco años, cuando se separó de su esposo a quien amaba y de su único hijo, Constantino. Comenzó para Elena el largo y triste período del exilio que se extendió a más de una década. Alejada de su esposo tras diecinueve años de matrimonio y de su hijo que comenzaba sus primeras armas en el ejército, regresaba a su ciudad natal, Drépano, seguida de su fiel criada. Llevaba allí una vida austera. Convierte su casa en un lugar acogedor para los necesitados de consejo y de ayuda material.