Por Robert Lizárraga
En Argentina el 2% de la población carece de energía eléctrica convencional, a su vez, el 80% de ese porcentaje pertenece a zonas rurales, esto se debe a la dificultad de acceso a este tipo de energía, como así también a la dispersión de sus habitantes, acompañado de la escasa regulación impuesta en la distribución de la misma.
Por lo general, esta situación está íntegramente asociada a la escasez de políticas inclusivas.
De este modo, pequeños productores que no cuentan con un importante capital, quedan marginados de la posibilidad de financiar los altos costos que impone el reparto de energía,estos problemas inducen a una actitud de resignación ya que es común para ellos permanecer sumidos en la imposibilidad de obtener energía eléctrica, afectando principalmente su producción.
Es inevitable que en un determinado momento la demanda no pueda ser abastecida y todo el sistema colapse, salvo que se implementen nuevas formas de producir energía.
La humanidad ha utilizado, desde los inicios de la civilización, la energía eólica para producir potencia mecánica, instaurando la vela como sistema propulsivo de embarcaciones y el molino de viento como motor industrial.
Estos se desarrollaron sobre bases netamente empíricas y luego se perfeccionaron en numerosas variantes, sin embargo se dejaron de utilizar para la mayoría de las aplicaciones productivas cuando el desarrollo de las máquinas térmicas permitió al hombre aprovechar las grandes reservas de energía química almacenada en los combustibles fósiles.
El problema empezó cuando se descubre que estas fuentes de energía se encuentra en una cantidad limitada y una vez se consuma en su totalidad no se puede sustituir, además de ser muy contaminantes. Por este motivo se empieza a estudiar y a comparar las ventajas de utilizar los diferentes tipos de energías alternativas.
Energía eólica
Generar energía eléctrica sin que exista un proceso de combustión o una etapa de transformación térmica supone, desde el punto de vista ambiental, un procedimiento muy favorable por ser limpio, exento de problemas de contaminación, de esta forma, se suprimen radicalmente los impactos negativos originados por los combustibles durante su extracción, transformación, transporte y combustión, lo que beneficia la atmósfera, el suelo, el agua, la fauna y la vegetación.
La utilización de la energía eólica para la generación de electricidad presenta nula incidencia sobre las características fisicoquímicas del suelo o su erosionabilidad, ya que no se produce ningún contaminante que incida sobre este medio, ni tampoco vertidos o grandes movimientos de tierra.
La energía eólica se sostiene como la fuente energética que está expandiéndose a mayor velocidad a nivel mundial, superando fuentes convencionales como el gas natural o la energía nuclear, esta energía no contamina, es inagotable y frena el agotamiento de combustibles fósiles, contribuyendo a evitar el cambio climático.
Para concluir, cabe destacar que el estímulo personal es uno de los valores necesarios para no dejarse vencer en condiciones de escasez, aunque este incentivo debe estar acompañado por la formulación de una política energética en nuestro país a largo plazo.
Ello implica el impulso de acciones interdisciplinarias destinadas a generar, relacionar y transmitir los conocimientos académicos hacia el sector público o privado; y así alcanzar un resultado destacable en los ámbitos sociales y productivos, vinculados con el consumo, la elaboración y la distribución de energía, como una ayuda para incentivar a los pequeños productores a emprender un plan basado precisamente en el desarrollo de energías sustentables, mediante la producción de aerogeneradores.
El objetivo es explicitar la intervención de las autoridades y sus medidas frente a esta cuestión, así como también otras formas de solución posible, relacionadas con proyectos educativos. Estos planes reducirían en gran medida la escasez energética y, al mismo tiempo, contribuirían para formar un país concientizado en el aprovechamiento de los recursos.
Por Robert Lizárraga
Fuentes consultadas: Guzowski“Política energética en Argentina, hacia un desarrollo sustentable a largo plazo”