El gobernador Sergio Ziliotto analiza extender la restricción de los encuentros sociales y familiares después que pase fin de año, ante el crecimiento sostenido de los contagios de coronavirus en la provincia.
Recordemos que esos encuentros están suspendidos hasta el 8 de enero, aunque esa restricción pasa casi desapercibida en gran parte de la sociedad, ya que al mismo tiempo se habilitaron las excepciones para permitir las reuniones de las fiestas de fin de año, el 24 y 25 y 31 de diciembre y 1 de enero.
Sin embargo, el gobernador por un lado, y el subsecretario de Salud, Gustavo Vera, por el otro, admitieron en las últimas horas la preocupación que genera que desde hace unos días los casos diarios de coronavirus subieron y se mantienen muy altos. El miércoles casi llegaron a 400. También el día anterior hubo 8 muertes. El número es impactante: en la misma jornada, en Ciudad de Buenos Aires las víctimas fatales por el coronavirus fueron 11. La comparación es preocupante si se tiene en cuenta la cantidad de población de cada uno de los distritos.
Cuando le consultan al gobernador Zilitto sobre la posibilidad de volver a fase 2, se encarga de dejar en claro que no atribuyen el aceleramiento de los casos a las actividades económicas, ya que allí hay más control de los protocolos y las medidas de prevención.
En cambio, carga las tintas sobre los encuentros familiares y sociales, asegura que allí surgen la mayoría de los contagios, porque el respeto de cuidados y protocolos queda librado a la responsabilidad social de las personas y el relajamiento es evidente.
La fecha hasta la que se dispuso la suspensión de encuentros sociales hasta el 8 no es casual. Al llegar a ese día las autoridades de Salud podrán analizar con las estadísticas en la mano la incidencia que tuvieron las reuniones de navidad y fin de año en el pico de contagios. No se aguardan buenas noticias: el brote en la provincia apareció antes de esas fechas y, ante la mayor circulación y reuniones de personas, la expectativa es que se profundice aún más la ola de contagios.
La situación en el sistema de salud aporta una inquietud extra. Los médicos y enfermeros cargan sobre sus espaldas un año de duras tareas, estrés, sobrecarga de trabajo y temores. El recurso humano se resiente por personas contagiadas y aisladas. Ese número el gobierno provincial lo guarda bajo llaves. Pero las tensiones en el sistema de salud que atiende a más de 2 mil pacientes con coronavirus activo y que tiene que dar respuesta a la campaña de vacunación que recién se inicia en enero y febrero son evidentes. Para que la vacunación empiece a aliviar al personal faltan al menos dos meses, cuando los primeros vacunados adquirirán inmunidad.
En el gobierno provincial informan que todavía los índices de mortalidad y de contagiosidad en la provincia están por debajo del promedio nacional. Pero no ocultan que el aceleramiento de la curva acerca al sistema salud a un desborde.
Frente a este panorama, al gobierno provincial le quedan dos caminos: seguir apostando a una apelación a la responsabilidad social o dar un mensaje más contundente para encausar el abordaje de la pandemia, por ejemplo extendiendo la prohibición de los encuentros sociales y familiares a partir del 8 de enero, al menos por algunas semanas.
También es cierto que cada vez es más difícil controlar y evitar los encuentros clandestinos, porque hay un sector de la población en abierta rebeldía ante las políticas diseñadas para mitigar los efectos de la pandemia, según confió esta misma semana el ministro de Seguridad, Horacio di Nápoli.
El gobernador Sergio Ziliotto, las autoridades de Salud y los miembros del comité de crisis, se encuentran por estas horas ante el dilema de hacer lo posible, a partir de que, como han dicho, «la peor cuarentena es la que no se cumple», o lo necesario para poner un freno a la ola de contagios que ya golpea a la mayoría de las localidades de la provincia.
El ministro de Salud, Rubén Kohan, confirmó públicamente que no aconsejó nunca que se habilitaran actividades públicas con aglomeramiento de personas, como ocurrió en Santa Rosa con el festival de las calles o la feria del regalo. La mirada sanitarista, ahora, refuerza la necesidad de restringir los encuentros. Pero el análisis es integral y siempre la última palabra la tiene el gobernador Ziliotto.
En el entorno del gobernador deslizan que, de mantenerse o crecer la cantidad de contagios diarios, no le temblará el pulso -como prometió reiteradas veces- en prolongar la prohibición de encuentros sociales y familiares a principios del año entrante para intentar controlar el brote de casos que preocupa a todos.
Fuente EL Diario