CONCIENCIA AMBIENTAL: “Es hora de cambiar el rumbo de nuestro desarrollo”

Si la humanidad sigue consumiendo recursos naturales al ritmo actual, en el año 2050 necesitaremos lo equivalente a dos veces la capacidad biológica del planeta.

El resultado de años de estudio busca describir el estado de nuestra biodiversidad, es decir del conjunto de seres vivos que habitamos el planeta, y la presión que ejercemos los humanos sobre la biosfera.

Para lograr estos objetivos se emplean dos indicadores: el primero ha sido bautizado como “índice del planeta vivo” y mide las tendencias de la vida en el planeta. De forma más precisa observa la evolución de especies de vertebrados de todo el mundo.

Solo son una parte del total de especies vivas del planeta, pero las tendencias observables en esta población son indicativas del estado de la biodiversidad en su conjunto. Mediante este estudio se observó que entre los años 1970 y el 2003 la población de vertebrados se ha reducido en un tercio, es decir, estamos degradando los ecosistemas naturales a un ritmo que no tiene precedentes en la historia de la humanidad.

El otro índice es la “huella ecológica”, un término habitual entre ecologistas y ambientalistas, pero menos conocido para el público en general y totalmente desconocido para los que toman las decisiones públicas.

La “huella ecológica” mide la demanda de tierra y agua biológicamente productiva que necesitan los humanos para producir aquello que consumen.

Esto implica, la tierra cultivable, los pastos, las selvas, los bancos de pesca necesarios para producir comida, fibra y madera que consumimos más el territorio necesario para absorber los desechos que producimos, incluyendo los generados por el consumo de energía y el territorio que ocupamos con nuestras infraestructuras.

Aquí los resultados siguen siendo poco alentadores porque excedemos la biocapacidad del planeta y lo venimos haciendo desde mitades de los años ’80, esta es nuestra “deuda ecológica”.


Si observamos la situación en función de áreas mundiales nos encontramos con el desequilibrio de siempre. Las huellas ecológicas más determinantes son las de los Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos, por el contrario, la más baja en absoluto es la de Afganistán. Todos los países industrializados están muy por encima de la media mundial.

Atendiendo a todo esto resulta fácil recordar que a lo largo de toda la fase de desarrollo industrial del mundo se ha discutido, mucho, sobre los límites de los recursos naturales como freno al desarrollo. Básicamente se ha hablado de petróleo y de todas las fuentes energéticas no renovables, pero ahora resulta que antes de que acabemos con las materias primas naturales, ya estamos superando la capacidad de la tierra de absorber nuestros desechos y regenerarse. La humanidad transforma los recursos naturales en desechos mucho más a prisa que la capacidad de la naturaleza de volver a transformarlos en recursos.


La forma en que producimos, comercializamos, preparamos, consumimos y desperdiciamos alimentos tiene un costo desde el punto de vista de la salud pública, porque la buena alimentación es uno de los fundamentos de la buena salud. Y aquí es donde surge la principal preocupación, debido a que los dirigentes mundiales nos están demostrando que no han comprendido la urgencia del problema. La consecuencia es inevitable, si no invertimos el rumbo de nuestro desarrollo no será posible realizar una transición a una situación sostenible.

Esto implica tomar medidas de inmediato, porque las decisiones de hoy están hipotecando nuestro futuro.

Por Robert Lizarraga
Fuente : Organización WWF Internacional