Los árboles resultan absolutamente esenciales para la vida de nuestro planeta, debido a que purifican el ambiente al oxigenar el aire, proporcionan sombra, mejoran sectores erosionados, humedecen el ambiente, reducen el ruido, son capaces de temperar el lugar donde se encuentran, ya que provocan sensación de frescura y humedad, incluso deteniendo las heladas con su follaje; producen alimentos y múltiples recursos, además de ser el hogar de diferentes animales.
Un solo árbol es un complejo ecosistema que mantiene a numerosas especies de invertebrados insectos, arácnidos, miriápodos, así como vertebrados, aves, reptiles y mamíferos, que encuentran en él su alimento, por medio de las hojas, yemas, brotes o frutos. Sobre su corteza crecen hongos, líquenes y plantas parásitas que se nutren de su savia.
En general queremos tener árboles a nuestro alrededor porque nos hacen la vida más agradable. La mayoría de nosotros respondemos a la presencia de árboles no sólo admirando su belleza, en un bosque nos sentimos serenos, sosegados, descansados y tranquilos; la fuerte relación entre personas y árboles es más evidente cuando observamos los heroicos esfuerzos de personas y organizaciones para salvar especies singularmente grandes o históricas en una comunidad.
Los árboles están junto al ser humano desde el principio de nuestra historia, por lo que sus beneficios son conocidos y aprovechados desde hace miles de años, aunque, olvidados también. Históricamente han tenido un sentido sagrado para los pueblos originarios, representaban la vida inagotable, los bosques eran inmortales al perpetuarse a través de los siglos, al ser fuente inagotable de recursos para la humanidad.
Para muchas culturas, el árbol sagrado es el eje de su existencia, un puente de trascendencia entre el mundo terrenal y espiritual.
Hoy por hoy, el hombre ha perdido su capacidad de encantarse, tratando de resolver todo por medio de la razón, en su egocentrismo ha pretendido ser medida de todas las cosas cuando sólo es parte de un ecosistema mayor, hemos olvidado mirar al alrededor y sorprendernos por las pequeñas y grandes maravillas de Naturaleza.
Se hace necesario re-educar a las nuevas generaciones con principios integrales que valoren la importancia de los bosques más allá de las variables económicas. Educar para un cambio de actitud, hacia una cultura donde el hombre forme parte del ecosistema, porque el equilibrio y bienestar de todos sus componentes es lo que nos puede llevar a mejorar la calidad de vida, frenar la destrucción del planeta y de nosotros mismos.
Debemos reflexionar sobre cómo ayudar a este cambio, cada uno en la medida de sus posibilidades y en el entorno donde se desenvuelve tiene el deber y la obligación de garantizar el legado que hemos recibido al nacer, multiplicarlo y prestarlo a las generaciones por venir
Por: Robert Lizarraga
Fuente: DÍA DEL ÁRBOL. | sitioescolinos.blog