CONCIENCIA AMBIENTAL: “Cambio climático y derechos humanos”

En los últimos años, el nexo existente entre cambio climático y derechos humanos se ha convertido en una suerte de consenso en el plano internacional, en tal sentido, no queda duda que los impactos adversos de la crisis climática amenazan una amplia gama de derechos, entre otros, el derecho a la vida, alimentación, vivienda, salud, agua y a un ambiente sano.

Los ecosistemas afectados por el cambio climático, generan a su vez mayores riesgos a los sistemas humanos que dependen de su integridad, afectando así el disfrute de otros derechos.


El riesgo es particularmente alto para aquellos segmentos de la población ya marginados o en situaciones vulnerables como mujeres, niños, pueblos indígenas, personas con discapacidad y personas que viven en zonas rurales o que, debido a la discriminación y las desigualdades preexistentes, tienen acceso limitado a la toma de decisiones o recursos.


Si la temperatura promedio global siguiera en aumento, las consecuencias serían devastadoras, sobre todo para los millones de personas que viven en situación de pobreza
, quienes incluso en el mejor de los casos, enfrentarán inseguridad alimentaria, migración forzada, enfermedades y muerte, amenazando así el futuro mismo de los derechos humanos y arriesgando deshacer los últimos cincuenta años de progreso en materia de desarrollo, salud mundial y reducción de la pobreza.

Al ritmo que avanza el cambio climático también se verá reducido el rendimiento de la agricultura mundial, afectando de manera grave a las pequeñas granjas de todo el mundo. Por otro lado, se verán obligadas a abandonar sus hogares millones de personas que viven en ciudades costeras debido al aumento del nivel del mar y a la frecuencia de las tormentas.


El mundo se conmocionó al ver los miles de focos de incendios en la Amazonía brasileña, boliviana y paraguaya en agosto de 2019, cuyas causas y consecuencias, si bien múltiples, son similares en todos los casos y tienen que ver con efectos vinculados al cambio climático.

Este contribuye a hacer más frecuentes los cambios súbitos del clima a nivel local, jugando un rol importante en las sequías severas, por ejemplo, durante el denominado fenómeno del Niño y en ocasiones en el calentamiento de los océanos, esto, sumado a una alta tasa de deforestación histórica que juega un papel protagónico en la desertificación de los suelos.

Las emisiones de carbono que se producen producto de la quema masiva de bosques, como en el caso de la Amazonía, son significativas, y aceleran el proceso de retroalimentación asociado al cambio climático. En ese sentido, es necesario recalcar que los pueblos originarios que habitan la Amazonía son los más afectados, especialmente debido al desplazamiento forzado de sus comunidades y pérdida de tierras de subsistencia, acrecentando el riesgo de que estas comunidades puedan desaparecer.


A raíz de esto, es preciso remarcar la importancia de los pueblos aborígenes en su vinculación con el fenómeno del cambio climático. Estos no son grupos pasivos que no aportan a la discusión o a la implementación de conductas para la protección de ecosistemas, sino por el contrario, éstos comparten ideas y prácticas innovadoras, que, desde un enfoque de derechos, pueden ayudar a enfrentar la crisis climática.

Por ejemplo, varias agrupaciones de organizaciones indígenas buscan promover la gobernanza y la gestión bio-regional e indígena de la región amazónica de Ecuador y Perú, dentro de una iniciativa denominada «Cuencas Sagradas: Territorios de Vida».

En esta iniciativa, a través del manejo y administración ancestral de estos territorios, buscan dejar los combustibles fósiles y recursos minerales en el subsuelo y con ello retener millones de toneladas métricas de carbono, medida que ayudaría a mitigar el cambio climático.

Por Robert Lizárraga
Fuente: biodiversidad en Latinoamérica y el Caribe