Martín, lo inesperado y el tendal de perdidosos

Por Norberto G. Asquini

El triunfo de Cambiemos en La Pampa y sobre todo del candidato macrista en la interna, Martín Maquieyra, fue un evento inesperado, aunque no imposible en la política pampeana. Un hecho que sacudió el escenario provincial en el que la mayoría de los dirigentes y los medios todavía se preguntan cómo pudo ser posible.

Varios hechos jugaron a favor del triunfo de Maquieyra. Primero el viento de apoyo al gobierno nacional, de un elector identificado con el «cambio», que barrió el centro del país. Cambiemos ganó en CABA, había empate técnico en PBA, logró triunfos históricos en Entre Ríos, Córdoba, San Luis y Neuquén, y estuvo a punto de hacerlo en Santa Fe. Entre las seis listas pampeanas que compitieron, cinco eran opositoras al presidente Mauricio Macri. La de Cambiemos obtuvo el 49% de las adhesiones, la mitad de los que votaron. 


Jugar a perder 

Segundo hecho: en el radicalismo jugaron a perder. La estrategia de Hipólito Altolaguirre y Martín Berhongaray de plantarle una interna a Francisco Torroba fue el detonante de esta derrota para la UCR. La interna del radicalismo centró su campaña en el ombliguismo internista de esa fuerza, dividió votos entre los propios y espantó los de la gente que es extraña a la vida interna de los partidos -que cada vez interesa menos-. La estrategia de raíz duranbarbiana de presentar en la interna entre dos radicales un candidato amarillo puro dio resultado. Un plan perfecto, se puede analizar ya con todas las cartas sobre la mesa.

En el radicalismo hubo el domingo 13 una larga lista de perdidosos quienes se van a tener que replantear su lugar. Al sector que apoyó a Berhongaray (la «liga antitorrobista») le quedó solamente como premio consuelo haberse impuesto en Santa Rosa, pero ni siquiera haciendo una diferencia importante.

La nómina de perdidosos que apostaron por derrotar a Torroba y se encontraron con su propia derrota, y la del radicalismo, es larga, porque ni todos juntos pudieron vencer a Maquieyra: los Altolaguirre que pusieron a jugar toda la estructura municipal santarroseña a favor de su candidato, el senador Juan Carlos Marino que ambicionaba postularse a gobernador en 2019, las caras visibles de la UCR de General Pico que quedaron en tercer lugar en esa ciudad. Y los medios tradicionales de la provincia que impulsaron la candidatura de Berhongaray, en un caso ya con alevosía vendiendo su línea editorial a favor del candidato, que fue el único opositor que le dio pauta publicitaria.

Ahora el radicalismo parece tener otro problema: el PRO, el macrismo o Propuesta Federal se ha consolidado en la provincia y tiene lanzado un candidato a gobernador. Los resultados de octubre y el rumbo del gobierno nacional definirán qué pase en 2019. 


El voto peronista 

El PJ no hizo una mala elección. Aunque no fue del todo buena. Le jugó en contra la interna peronista que fue menos competitiva que la de Cambiemos. «Fue poco interesante y atractiva, ya estaba todo definido y por eso no se tuvo un mayor caudal de votos», explica un dirigente del PJ. Y tal vez en General Pico, bastión del peronismo y donde también ganó Maquieyra, no se conectó la figura del gobernador Carlos Verna, el gran elector, con los candidatos. Algunos achacan la diferencia en el resultado a que hubo un voto anti-K que pudo haber influido en el apoyo a Cambiemos ante la incorporación de una parte del kirchnerismo a la «lista del consenso». Sin embargo, los resultados de CFK en Buenos Aires o de otros candidatos K, como en Santa Fe, matizan esta cuestión.

En La Pampa, los números de la primaria indican que de mantener Cambiemos en octubre el caudal de votos del domingo, el macrismo podría lograr dos diputados nacionales.

Pero dejemos las generales para más adelante que son otra historia. Este lunes los dirigentes del PJ ya estaban afinando la estrategia para revertir el resultado del domingo para cuando compitan con el macrismo mano a mano. 


El «segundo» ganador 

La lista que encabezó Maquieyra tuvo un ganador adicional: el secretario de Deporte, Javier «Colo» Mac Allister. el exfutbolista apostó siempre por la figura de Maquieyra cuando este tenía un muy bajo nivel de conocimiento entre el electorado y lo bancó como su delfín político cuando tuvo que enfrentar a dos candidatos radicales de renombre. Cuando en junio el radicalismo rompió el acuerdo con el macrismo y presentó dos listas,

Maquieyra iba tercero y lejos en las encuestas -otras grandes perdedoras del domingo 13- y no tenía armada una campaña porque ya se bajaba. Maquieyra tuvo el apoyo de los principales dirigentes de Cambiemos y se mostró como figura de renovación en la política provincial. No contó con estructura territorial -si bien están los funcionarios nacionales que responden al PRO- ni con los medios de comunicación -si bien puso todo en las redes y con recursos del PRO nacional-. La corrió de atrás junto a Mac Allister, que se puso la campaña al hombro. 

Nuestro «cisne negro» 

El triunfo de Maquieyra fue en contra de todos los manuales de la política pampeana. Ya Mac Allister había dado la pauta de esto en 2013 cuando terció y llegó al Congreso. Pero siempre para las terceras fuerzas, para las no tradicionales, hay argumentos del resto que sirven de excusas para desmerecer sus logros como fugaces o coyunturales.

El diputado Maquieyra se convirtió en un «cisne negro» de la política pampeana. Esta teoría de Nassim Nicholas Taleb es una metáfora que trata de explicar lo que nadie pudo prever. Es decir un hecho sorpresivo y no previsto, que impacta con fuerza extraordinaria sobre la conciencia colectiva, generando efectos que comienzan a ser racionalizados ex post, a través de un proceso de reconstrucción retrospectiva. O sea, un hecho nos sorprende por inesperado, pero los datos que lo explican ya se venían dando aunque nadie se haya percatado.

De atrás, con mucho en contra, Maquieyra fue el gran protagonista del domingo 13. Este lunes todavía no podía caer por el resultado logrado.