¿La salvación o el caos? Massa y el peronismo pampeano

Por Norberto Asquini

Todavía no asumió Sergio Massa como “superministro” pero el escenario político cambió en los últimos días. Al menos el político, porque la crisis económica siga galopando. El nombramiento del tigrense aquietó las aguas tormentosas de las últimas semanas, en las que parecía que el colapso era inminente, y le dio un respiro al Frente de Todos.


En el peronismo de La Pampa, Massa no será el más querido, pero la sensación es que todos le ponen fichas para que le vaya bien. Consideran que es la última oportunidad para llegar armados, y con alguna chance, a las presidenciales del 2023. Las usinas de La Cámpora cercanas a la vicepresidenta referían la semana pasada al ser consultadas en off que el escenario nacional era de caos y no veían una salida. Ahora al menos hay un respiro, breve, pero seguro. El dólar bajó, y bastante, a la espera de las primeras medidas.

El peronismo federal mientras tanto tiene que sostenerse ante un gobierno nacional que no tenía rumbo y que terminó abriéndole la puerta al tigrense a falta de alternativas. El gobernador Sergio Ziliotto había sido uno de los mandatarios peronistas que el martes pasado se habían reunido con el presidente y le habían exigido medidas de fondo. Fue una reunión “áspera”.

De hecho, los gobernadores pusieron contra las cuerdas a Alberto Fernández. Ziliotto llegó a pedirle un proyecto para salir de la crisis, que contemple a todos los sectores, sobre todo al campo, que se había enervado aún más con el dólar-soja. Desde las provincias se reclamaba un cambio en serio frente a un gobierno que cosechaba el 70% de imagen negativa. “El peronismo es el que gana”, es una de las máximas del peronismo, y el presidente la venía perdiendo.

Una encuesta de Córdoba y Zubán difundida el fin de semana indicó que el 60% de los encuestados entendía que Alberto Fernández debía hacer un cambio total de gabinete, antes de la llegada de Massa. Los consultores analizaron que con la llegada del nuevo “superministro” estamos ante “un nuevo escenario político y económico, un cambio en las reglas de juego del debate entre oposición y oficialismo que no todos parecen haber decodificado hasta ahora. Puede ser el nacimiento de una nueva lógica en la centralidad política. La oposición parece creer que puede atacar a Sergio Massa con las mismas armas que hasta ahora han utilizado contra Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. No parece que sea la jugada más inteligente”.

En ese sentido, Massa genera cierta confianza en los círculos de poder para ordenar la economía, pero también hay cierto escepticismo.

Desde La Pampa también hay dos miradas: por un lado, una crítica que advierte que puede incrementarse la receta de un ajuste que podría repercutir sobre la provincia y la sociedad toda, golpeada por la inflación; por el otro, una positiva que puede impulsar la economía de la zona núcleo, lo que se desprende de sus primeras declaraciones en las que asumió un perfil productivista y con un guiño al campo.

Igualmente, el nombramiento de Massa dio cierta tranquilidad, pero la sociedad está impaciente y necesita ver resultados y acciones concretas. El superministro no tendrá luna de miel. “Las reglas cambiaron, la urgencia se mantiene”, analizan Córdoba y Zubán.

Letra P por su lado entiende que se está dando en estos días una “primavera” massista que le regaló al gobierno un par de jornadas de bonanza en las expectativas económicas, financieras y sociales, pero que no durará: Massa deberá “pasar el invierno” para llegar lo mejor posible a fin de año, y sobre todo a 2023.

En La Pampa miran con cautela lo que vendrá. La salvación o el caos parecen ser las dos únicas, y extremas, opciones.