CONCIENCIA AMBIENTAL- Megaminería: “la cosificación del ser y la sobreexplotación de la naturaleza”

Durante décadas el modelo de desarrollo capitalista basado en el crecimiento económico y la maximización de las ganancias, se ha mantenido como el paradigma social dominante. Sin embargo, por la incapacidad de las instituciones democráticas de dar cuenta de los problemas de un número cada vez mayor de poblaciones marginadas, surge un fuerte cuestionamiento a las bases de sustentación del modelo de desarrollo imperante.

El incremento en la demanda de minerales por parte del mercado mundial y el agotamiento de las reservas de fácil acceso en los últimos años convirtió a la explotación de los recursos mineros en una actividad intensiva, orientada al mercado externo y bajo control de capital transnacional.

En Argentina se han generado, sobre todo en las últimas décadas, diversos conflictos socioambientales por la megaminería o minería a gran escala, basados en diversos motivos.

En el marco de las reformas en la década del ’90 se aprobaron un conjunto de leyes, que establecieron las normas legales para la acción de los capitales mineros, de esta forma el sector privado aparece como el único actor autorizado a explotar los recursos naturales del país.

Si bien esto marcó un punto de inflexión en relación a los cambios producidos en materia de legislación minera, también los gobiernos sucesivos tendieron a la introducción de medidas, muchas de las cuales explican la participación en función de una definición estrecha de racionalidad, centrada en recompensas económicas u otros incentivos selectivos, mientras que la noción de altruismo o de ganancia social colectiva no se admite en este modelo, la idea principal de esta teoría es que sólo la esperanza de conseguir beneficios privados motiva la participación política.

La problemática ambiental emerge como una crisis de civilización de la cultura occidental, de la racionalidad de la modernidad, de la economía del mundo globalizado. No es una catástrofe ecológica ni un simple desequilibrio de la economía, es el desquiciamiento del mundo al que conduce la cosificación del ser y la sobreexplotación de la naturaleza.

 

La idea de modernización y del desarrollo como progreso económico en su versión hegemónica ha abierto nuevos espacios en los cuales se fueron cristalizando las críticas y rechazos al paradigma del progreso indefinido y la sociedad industrial de consumo, mientras los problemas ambientales de las actuales y futuras operaciones mineras son lo suficientemente desalentadores.

Aquí se establece la relación entre la crisis ambiental y la necesidad de un nuevo “paradigma civilizatorio”, los conflictos ambientales y el surgimiento de movimientos sociales que plantean demandas de participación y potencian nuevas modalidades de toma de decisiones.

El problema del ambiente es, por lo tanto, un tema político, ya que involucra principios éticos, derechos culturales y conflictos por la apropiación de los recursos. Supera el valor en cuanto costo económico, ya que las identidades culturales y la naturaleza tienen sus propios valores.

La destrucción ecológica y la degradación ambiental, consecuencia de la industrialización y de la forma de vida de la sociedad desarrollada, están sustentadas en la idea de progreso, instalada en la civilización moderna.

Se desestima así la necesidad de la sustentabilidad de la naturaleza, en cuanto a su regeneración y conservación de los valores culturales que representa para las sociedades, y pasa a cumplir un servicio económico que tiene en cuenta los cálculos del mercado.

 

La degradación ambiental provoca inequidad social y reproduce la estructura económica establecida desde los centros de poder. Se deberíadeterminar cuál es el desarrollo deseable, limitar la explotación de los recursos del planeta a su capacidad de recuperación y evaluar los aportes al bienestar de las personas, reconociendo que no hay una sola línea de progreso, sino que existen otros saberes y otras formas de vida.

Por Robert Lizarraga

Fuentes: Abrir el debate, profundizar la reflexión/endepa.org