CONCIENCIA AMBIENTAL: El futuro será sustentable o no será

Aún en tiempos de pandemia, no hay acontecimiento más determinante, más transformador, más total que el hecho de que los seres humanos estamos alterando la naturaleza al punto de poner en riesgo nuestro propio futuro como especie.

Aunque algunos todavía lo niegan, la ciencia, en cambio, no tiene dudas, hay consenso absoluto respecto de que la Tierra se está calentando debido a la actividad humana.

Durante los últimos años, se hilvanó una serie de catástrofes naturales sin precedentes en todo el mundo, debido al aumento de solo 1 grado de temperatura con respecto a los niveles preindustriales. Por eso, las proyecciones de los científicos advierten que lo que hagamos en la década que comienza será definitoria para el mundo tal como lo conocemos.


Sin embargo, a pesar de las evidencias, no parecemos reaccionar colectivamente de forma proporcional a la amenaza que nos acecha. Las razones que explican esta paradoja son múltiples: como «trampas mentales» que nos hacemos para justificar nuestra inacción frente a la crisis climática. Otras teorías se refieren al cambio climático como un «hiperobjeto»: un hecho tan inabarcable, tan omnipresente en nuestras vidas que, paradójicamente, se vuelve invisible.


Pero mientras los indicadores advierten que la ventana de oportunidad para revertir el curso climático se está cerrando, una nueva crisis, esta vez en forma de virus de alcance planetario, surge como una chance impensada para promover un cambio de paradigma hacia un desarrollo más sustentable, queda claro que entre las múltiples tragedias que posiblemente genere esta pandemia hay una que, como sociedad global, podemos y debemos evitar: volver al mismo mundo que teníamos antes del Covid-19 como si nada hubiera pasado y cometer los mismos errores. Esa normalidad era, en gran parte, el problema.


Cuando en el futuro los historiadores escriban sobre 2020, el coronavirus ocupará buena parte de las páginas. Pero es posible que también resalten otros rasgos inauditos de nuestra sociedad de consumo que hoy damos por sentado. Por ejemplo, el hecho de que en un mundo donde todavía millones de personas pasan hambre, un tercio de los alimentos que producimos a nivel global termina en la basura.


Algunos referentes coinciden en que el aislamiento generó un cambio de hábito
. A muchas personas la cuarentena les permitió reconectar con la interioridad, con la vida doméstica, con las relaciones interpersonales en sus casas, y en todo eso la alimentación siempre es un eje fundamental.

Mucha gente se dio cuenta de que no era tan difícil preparar sus propios alimentos y se derribaron muchos mitos sobre la comida rica y saludable.

Ante esta nueva realidad, la humanidad enfrenta su mayor desafío respecto a su destino, porque el futuro será sustentable, o no será.

Por Robert Lizarraga
Fuente: la Nación / Manuel Torino