Chile y Bolivia, los primeros países en condenar la amenaza de Trump contra Venezuela

El canciller Heraldo Muñoz y el presidente Evo Morales rechazaron las declaraciones de la Casa Blanca sobre «una posible opción militar» en el país caribeño.

Chile y Bolivia fueron los primeros países de la región en condenar la amenaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de impulsar una intervención militar en Venezuela.
«Tenemos muchas opciones para Venezuela. Es nuestro vecino. Tenemos tropas en todo el mundo, en lugares que están muy muy lejos. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y muriendo. Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesaria», dijo el viernes el republicano a un grupo de periodistas desde su club de golf de Bedminster, en el norte de país.
Chile fue el primero en condenar las palabras del magnate: «Reiterando todos los términos de la Declaración de Lima sobre Venezuela, el gobierno rechaza la amenaza de una intervención militar en Venezuela», publicó el ministro de Relaciones Exteriores Heraldo Muñoz en su cuenta oficial de Twitter.
 
Más contundente fue el presidente de Bolivia, Evo Morales, uno de los aliados más ferreos que tiene el mandatario venezolano Nicolás Maduro en la región: «Ahora sabe el mundo, quienes estaban contra Maduro solo buscaban la intervención militar del imperio».
A través de su cuenta de Twitter también se despachó contre el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, al que calificó como «el latinoamericano más sumiso al imperio, que seguro está más que satisfecho por anuncio de Trump de intervención a Venezuela».
 
La declaración de Lima

Los cancilleres de América y el Caribe firmaron el el 8 de agosto la llamada «Declaración de Lima» en que instaron «a la restauración de la democracia» en Venezuela, pero a través de «la negociación con pleno respeto de las normas del derecho internacional y el principio de no intervención».

Los ministros aseguraron que la diplomacia «no atenta contra los derechos humanos y la democracia y es la única herramienta que asegura una solución duradera a las diferencias».
 
Fuente: Telam